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El déficit público es necesario para que las familias y empresas puedan ahorrar por Eduardo Garzón

La utilización de los flujos de Godley es una metodología que enfatiza el enfoque contable de la economía: cada transacción requiere una contrapartida (por ejemplo, una compra supone una venta, y viceversa). Este análisis divide a todos los agentes económicos del planeta en tres categorías: el sector privado nacional, el público, y el exterior. El sector privado nacional engloba a todas las empresas y familias de una economía en particular. El sector público nacional contiene a todas las administraciones públicas del país en cuestión. Por último, el sector exterior reúne a todos los agentes económicos que pertenecen al resto de países. Lo que se analiza en todo momento con esta metodología es el saldo de cada sector, es decir, la diferencia entre sus ingresos y sus gastos. Por ejemplo, si el sector público gasta más de lo que ingresa reflejará un déficit, mientras que si ingresa más de lo que gasta tendrá superávit. Lo mismo con los otros dos sectores.
Sin embargo, la clave de este análisis radica en que existe una relación determinada entre los saldos mencionados: la suma de los tres saldos debe ser igual a 0 por razones meramente contables. Expresado en forma de ecuación:
Saldo privado + Saldo público + Saldo exterior (Saldo balanza por cuenta corriente) = 0

Por ejemplo, imaginemos una economía que no tiene contacto con el resto de economías del planeta (o que envía al exterior tanto dinero como recibe) y que por lo tanto su saldo exterior es nulo. Como consecuencia, el saldo del sector privado será exactamente igual al saldo del sector público pero con signo invertido. O lo que es lo mismo, en este hipotético caso el Estado sólo podrá tener superávit público si el sector privado gasta más de lo que ingresa (es decir, si se endeuda). De forma inversa, la única forma de lograr que las familias y empresas como conjunto ingresen más de lo que gastan (es decir, que ahorren) es presentando déficit el Estado (gastando más de lo que ingresa).
Otro ejemplo, imaginemos una economía en la que el Estado presenta equilibrio presupuestario porque le obligue la troika o por cualquier otro motivo. Entonces la única forma de que el sector privado ahorre dinero es presentando déficit el sector exterior (es decir, que el resto de países gasten más de lo que ingresan; o lo que es lo mismo: que el resto de países envíen más dinero a nuestro país del que envía nuestro país al exterior).
En fin, las posibilidades son muchas y muy variadas, pero siempre han de respetar la identidad contable. Nuestro objetivo aquí es analizar lo que le ha sucedido a la economía española desde 1995 hasta la actualidad atendiendo a esta metodología.
Tal y como se puede ver en el gráfico, las familias y empresas españolas presentaron superávit (ahorraban) desde 1995 hasta 1998, ambos años incluidos. Esto fue posible porque el déficit frente al sector exterior era muy reducido (salía más dinero de España del que entraba, pero no mucho más), de forma que prácticamente todo el superávit del sector privado se compensaba con el déficit público.
En 1999 hay un punto de inflexión importante que afecta a los tres sectores: el déficit exterior se hace mucho más intenso (comienza a salir mucho más dinero del país del que entra), el déficit público se reduce muchísimo (tal y como ordenaba Bruselas para poder adoptar el euro como moneda común), y el saldo privado se vuelve negativo (las familias y empresas pasan a gastar más de lo que ingresan). Esta metodología nos sirve para ver cómo se comportan cada año los saldos de los sectores, pero no para establecer causalidades. Es decir, no sirve para saber qué es lo que provoca los cambios. Sin embargo, este análisis sí nos es útil para señalar que la única forma de que en España pudiese salir más dinero del que entraba manteniendo un saldo público reducido era registrando un déficit privado muy importante. Desde 1999 a 2007 el déficit exterior se incrementó intensamente, especialmente a partir de 2004. Puesto que el Estado continuaba con su credo del equilibrio presupuestario, el déficit del sector privado aumentó al mismo nivel.
Con la irrupción de la crisis económica en 2008 las cosas cambian: las familias y empresas comienzan a gastar menos hasta llegar un momento en el que pasan a ahorrar. Durante los primeros años de crisis el déficit exterior todavía era importante, de forma que el déficit público tuvo que ser necesariamente elevado. En otras palabras, el déficit público tenía que ser lo suficientemente cuantioso para poder compensar tanto el déficit exterior como el superávit privado. Esto es algo que se ve todavía mejor en el año 2013, donde el saldo exterior es prácticamente insignificante: el nivel del déficit público es casi idéntico al del ahorro de las familias y empresas.
La conclusión que se deriva de lo anterior y que nos interesa es la siguiente: hoy día se busca que las familias y empresas se deshagan de toda o buena parte de la deuda que contrajeron durante los años del boom económico. La única forma de lograrlo es pudiendo ingresar más de lo que gastan, y mientras el saldo exterior sea negativo o incluso levemente positivo, no quedará más remedio que el Estado presente un elevado déficit público. La contabilidad no miente y no deja lugar a dudas.

Eduardo Garzón es economista
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opiniones con nuestros lectores

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