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Syriza, la izquierda española y Podemos Por Toni Roderic


Asistimos estos días a la consideración de periodistas, tertulianos varios y políticos interesados en la identificación de Syriza con Podemos, obviando a otras fuerzas de la izquierda española.
Las encuestas favorables al Frente de Izquierda griego se aprovecha, por un lado, para atacar a Podemos por su "coincidencia en los objetivos" con Syriza ante los ataques de Juncker y la Troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea), para intentar desprestigiar la política del partido de Pablo Iglesias que sufriría las mismas advertencias… Por otro lado, desde Podemos se quiere poner énfasis –al menos de forma virtual y electoralista- en la coincidencia con Syriza para demostrar que se pueden ganar unas elecciones al margen del bipartidismo imperante y aprovechar el tirón de Syriza en su propio beneficio: obviando la coincidencia de objetivos de la Izquierda Plural con Syriza.
Pero, ¿Syriza y Podemos son equiparables? Existen coincidencias, sin duda, entre ambas formaciones en su oposición a la política restrictiva llevada a cabo por la Unión Europea y en la oferta de una alternativa de crecimiento y lucha contra la desigualdad, pero tanto las estructuras, la historia y los respectivos programas distan de ser coincidentes.
Veamos, estructuralmente e históricamente, como muy bien apunta Paralelo 36-Andalucía, Syriza es una coalición de partidos, a lo que Podemos se niega y Pablo Iglesias llama "sopa de letras". En la coalición izquierdista griega, habitan partidos ecologistas, comunistas –escindidos del KKE-, organizaciones trotskistas y socialdemócratas de izquierdas procedentes del PASOK. Syriza no rechaza el eje izquierda-derecha, como sí lo hace Podemos. Al contrario, Syriza se mueve en el eje mundo del trabajo versus capital, ejes tradicionales de la izquierda. Syriza forma parte del Partido de la Izquierda Europa (PIE), del que el mismo Alexis Tsipras es su presidente. Podemos ha rechazado ingresar en el PIE, donde están el Bloco de Esquerdas (Portugal), Izquierda Unida, el Frente de Izquierdas francés o la izquierda verde nórdica. Syriza habla orgullosamente el lenguaje de la izquierda, huye del discurso homeopático, mantiene alianzas con los sindicatos griegos y no utiliza la definición "ni de izquierdas ni de derechas", que sí usa el partido político de Pablo Iglesias. De hecho, Syriza en griego quiere decir 'Coalición de Izquierda Radical', lo que da poco lugar a la confusión.
Por lo que respecta al programa, como señala Antonio Elorza: "el reto de Tsipras a la UE parte de dos premisas bien claras: es la respuesta a una situación, no ya de crisis, sino de desesperación social en Grecia, pero a pesar de ello su réplica al neoliberalismo dominante acepta el marco normativo de la UE y con un alto grado de concreción. Nada de juegos de palabras como los de Podemos, acumulando ofertas atrayentes e inconcretas para todo el mundo, como la de fomentar el consumo pero no el consumismo, restablecer la jubilación a los 65 años 'pero flexibilizando dicho criterio en función del trabajo realizado' o incluso el 'tratamiento favorable al beneficio productivo'. Nada falta en el supermercado ideológico de Podemos, salvo como era de esperar una mínima estimación de costes. Incluso figura la creación de una banca pública; el pasado no cuenta".
Elorza, además, destaca que "En la propuesta de Tsipras encontramos una jerarquía de objetivos y una precisa cuantificación, lo cual la expone al examen de los ciudadanos y a las críticas de los oponentes políticos. Las tres dimensiones de gasto humanitario, para atender a una población caída en la miseria, de restauración de salarios y pensiones, y de incentivos al crecimiento, tienen perfiles y costes precisos, lo mismo que la reforma política, donde la adopción del sistema proporcional se aleja del temible 'poder constituyente' ahora silenciado pero presente".
Podemos ha irrumpido cargado de razones en su denuncia de una corrupción sistémica, en sus advertencias sobre el ocaso de las virtudes de la transición, en su crítica a la dejadez de la política frente al dictado de los mercados financieros y los intereses de las grandes empresas. Esto es así. Nada que no hayamos denunciado repetidamente los diversos partidos de la izquierda española. Sin renunciar a nuestra identidad. E, incluso, hemos ido mucho más allá porque hemos planteado alternativas radicales a esta situación.
No hemos tenido oportunidad, sin embargo, de poder salir en las televisiones de la oligarquía mediática y financiera para plantear nuestras alternativas a las multinacionales de la energía o a los mercados. Nadie del sistema nos ha permitido nunca poder dar a conocer nuestras propuestas: que se le haya permitido a Podemos –que no es de derechas ni de izquierdas- es algo que debieran explicar los responsables.
Estos días, Pablo Iglesias, ha mencionado el modelo escandinavo como su referente, no el de Syriza. La propuesta es interesante y debemos suponer que no se refiere a gasto público récord, mucho déficit y deuda pública, porque en tal caso su modelo sería el francés, más que el escandinavo. Los escandinavos basan su éxito en promover mucha flexibilidad en los mercados. Sin ir más lejos, no hay salario mínimo ni en Dinamarca, ni en Suecia, ni en Finlandia (todos con gobierno participado por los socialdemócratas). O el que no se blinden los puestos de trabajo. O, muy interesante, la desfuncionarización de empleos como el de profesor universitario en Suecia y Finlandia, mientras que, en España, las castas universitarias campan a sus anchas, sin que –¡mira por donde!- Podemos no haga ninguna crítica de esa casta mechada de nepotismo de la universidad.
La identificación de Podemos con Syriza, pues, no es más que otra estrategia de marketing de los profesores de Políticas que dominan Podemos. Y, es más, no estoy nada seguro que a Podemos le interese la victoria de Syriza, porque por un lado puede acabar no gobernando pese a su victoria y/o si gobierna puede ser un ejemplo muy significativo de los problemas que habrá de arrostrar el pueblo griego abocado a continuar con los recortes o a abandonar el euro y la Unión Europea.
Por Toni Roderic, Presidente de Los Verd
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