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Una sociedad que tolera la violencia es una sociedad muerta artículo de Marina Rodrigo

Las estadísticas de muertes violentas de mujeres de Servicios Sociales e Igualdad del Ministerio de Sanidad señalan que durante este año han sido 38, aunque dicen que hay cinco casos más que se están investigando -y que no tenemos ninguna duda de que son muertes violentas de género- como el caso de la exconcejal de Serra (Valencia) cuyo marido fue detenido tras ser acusado del incendio de la vivienda que acabó con la vida de Dolores, en un intento del gobierno del PP de disminuir al máximo la estadística del terror. 

Pero, además, en esta macabra estadística faltan los hijos que también son víctimas de la violencia de género como los niños de Castelldefels. O las amigas como en el caso de Cuenca o las hermanas como en el caso de Elche. O los casos de violencia sobre las mujeres que no son considerados violencia de género por la policía como el caso de Denise Pikka, la peregrina estadounidense descuartizada en el Camino de Santiago.

El asesinato es la violencia extrema. La mayor parte de los casos de maltrato a la pareja no llegan a ella, pero la violencia machista se manifiesta en años de palizas y vejaciones; del control de él sobre los movimientos, el teléfono, el gasto, las actividades, la relación con amistades y familia, la ropa, los estudios y el trabajo de ella; la descalificación ante los hijos, la humillación pública; la violación sistemática.

Violencia machista es también que Manuel Baltar ofrezca trabajo a una mujer desempleada a cambio de sexo y que Feijoo, presidente de la Xunta, respalde a Baltar y diga que no hay delito porque, finalmente, no le dio el puesto de trabajo. Y que Vicente Sanz acose sexualmente a tres trabajadoras de Canal 9. Y que el magistrado Augusto Morales emita un voto particular en el juicio a un hombre acusado de rociar con gasolina a su esposa porque, según él, eso no significa que quisiera matarla. 

Estos datos contrastan con la disminución de los presupuestos que el estado dedica a la prevención integral de la violencia de género: desde el año 2010, han disminuido un 26% los recursos que destina el Gobierno que ha pasado, en seis años, de los 34,3 millones de 2010 a los 25,2 que prevé gastar en 2016. 

Para mayor gravedad en el asunto, no existe una partida específica para educación a pesar de que la ley integral obliga a “incluir la igualdad en los programas y materiales del sistema educativo, dar formación al profesorado, asegurar una persona responsable de igualdad en los Consejos Escolares y que la Inspección informe del cumplimiento“. Lo mismo que establece el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer, ratificado por España en 2014. Sin embargo no se han puesto medios en términos económicos para que el conocido como Convenio de Estambul se desarrolle. Y, en los últimos 12 años, 792 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas. 

Las Verdes estamos hartas de esta situación de violencia extrema sobre las mujeres, hartas de la normalización de la violencia, hartas de ver que hay una superestructura machista que no reprime y condena muchas de estas violencias.
Las Verdes estamos indignadas de la parálisis e indiferencia de amplios sectores de la sociedad, de administraciones que reducen presupuestos en la lucha contra la violencia machista, de partidos políticos que se abstienen porque la violencia machista no va con ellos. Esta situación no puede continuar ni un minuto más y se han de poner todas las medidas necesarias para evitarla. Desde este estado fallido al que pertenecemos pero también desde las Comunidades Autónomas, desde los Ayuntamientos y desde todas las instituciones sociales, educativas, sanitarias…
Por eso nos vamos a manifestar el sábado a las doce de la mañana en Madrid. Porque el compromiso de todas y todos en la lucha contra la violencia -de todas las clases y sobre todos los seres- ha de ser una prioridad. 

Una sociedad que tolera la violencia es una sociedad muerta.
¡NO A LA VIOLENCIA MACHISTA! ¡NO A LA VIOLENCIA!


Marina Rodrigo es miembro de Los Verdes. Estudiante de Tecnología y Ciencia de los Alimentos en la Universitat de València.

Crónica agradece a la autora que comparta su opinión con nuestros lectores.

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