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La posibilidad de un país federal y poliamoroso por Diego Díaz

Existen hoy condiciones culturales inéditas para que una mayoría electoral se exprese por el reconocimiento de la pluralidad de sentimientos nacionales y de pertenencia
Cataluña amenaza con irse, y hasta hace poco aquí no parece que a nadie le quitase demasiado el sueño. Este verano un artículo de El Español, se hacía la pregunta "¿Por qué la independencia de Cataluña no preocupa a los españoles, según el CIS?". Y es que ciertamente, pese al bombardeo mediático, barómetro tras barómetro, las encuestas del CIS parecen indicar que, hasta ahora, la cuestión catalana ha importado más bien poco a la sociedad española.
¿Significa esto que a la mayoría de los españoles nos agrada el auge del independentismo o la posibilidad de que Catalunya se termine separando? No, en absoluto, pero, digamos, que tampoco nos va la vida en ello. Que nadie se llame a engaño, las imágenes de unos centenares de personas despidiendo a la Guardia Civil camino de tierras catalanas al grito de "¡A por ellos!" causan más estupor que identificación. Representan una España casposa, que, haberla hayla, pero que está en declive.
El nacionalismo español conservador está vivo, pero ya no es lo que era. Pierde base en las periferias y entre la juventud
Según El Español, si bien la mayoría de la opinión pública española rechaza el referéndum catalán, tan sólo un 27% de los encuestados son partidarios de suspenderlo por la fuerza. Tal vez en esto el PSOE, como decía Zapatero, siga siendo el partido que más se parece a España. Un par de datos más. El 33% de la población española estaría dispuesto a reconocer, así en general, el derecho a decidir. Incluso un significativo 24% no ve con malos ojos una opción más dura, como la convocatoria del referéndum unilateral. Un porcentaje que se eleva hasta el 27% entre los menores de 30 años, y hasta el 59% entre las personas que se declaran votantes de Unidos Podemos.
El nacionalismo español conservador está vivo, pero ya no es lo que era. Pierde base en las periferias y entre la juventud. Sólo un 21% de la población española iría a la guerra para defender a su país. Un porcentaje por encima de Italia, Alemania, Bélgica y Países Bajos, pero por debajo de Francia, Irlanda, Portugal o los países nórdicos, las naciones europeas con mayor ardor guerrero.
Este país celebra las victorias de "la Roja" en los mundiales y presume en el mundo de buena gastronomía, pero no se emociona unánimente con himnos y desfiles militares. El sentimiento nacional español existe, pero no necesariamente asociado a un nacionalismo español autoritario, centralista y rancio.
Existen hoy condiciones culturales inéditas para que una mayoría electoral se exprese por el reconocimiento de la pluralidad de sentimientos nacionales y de pertenencia
Para los millones de personas que hemos crecido como ciudadanos y ciudadanas de un Estado autonómico, plurilingüe y sin servicio militar obligatorio, nuestra idea de España es necesariamente diferente y cada vez más favorable al pacto federal.
La irrupción de una fuerza como Podemos, española y abiertamente partidaria del derecho a decidir, era impensable antes del terremoto cultural del 15M. Y es que como recientemente señalaba Enric Juliana, los partidos que han suscrito la declaración de Zaragoza en favor de un referéndum pactado y una España plurinacional, suman 6,5 millones de votos, tienen las principales alcaldías del país, y gobiernan o co-gobiernan en varias comunidades autónomas.
Una fuerza suficiente como para terminar haciendo cambiar de posición al PSOE, y con ello, ¿también a la monarquía? El PP va a tratar de instalar a la sociedad española en una tensión territorial funcional a su único interés: perpetuarse en el poder. Viejas recetas para un país en transformación.
La posibilidad de una perpetuación del PP sobre la base de echar leña al incendio catalán está ahí, no la desdeñemos, pero también existen hoy condiciones culturales inéditas para que una mayoría electoral se exprese por el reconocimiento de la pluralidad de sentimientos nacionales y de pertenencia y la reforma de la Constitución en un sentido federal, plurinacional, y por qué no decirlo, ¿poliamoroso?

Diego Díaz Es historiador y publica este artículo primero en saltamos
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Acto decargos públicos en Zaragoza para pedir diálogo y un referendum pactado
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