¡Vaya engendro de mierda, la patera laboral a la que el Gobierno llamó reforma y en la que embarcó a los currantes de este país jurándoles que si se dejaban arrastrar por las corrientes alcanzarían la tierra prometida! Meses después, la barcaza hace aguas por todas partes y los trabajadores mueren como moscas, siendo los propios compañeros de infortunio quienes han de arrojarlos por la borda. Ya hay seis millones de cadáveres flotando en las aguas del paro, uno de cada cuatro. Te das una vuelta por la barcaza con la que, según Rajoy, atravesaríamos sin problemas el vendaval, cuentas uno, dos, tres y el cuarto es un cadáver. A veces cuentas cuatro muertos seguidos porque la estadística está mal repartida. Hay familias en las que todos sus miembros, desde el primero al último, han fallecido, familias a las que la llegada de Rajoy al poder iba a arreglar la existencia porque él era un tipo que daba confianza y porque era un hombre de palabra, un político que ni prometía lo que no era capaz de llevar a cabo ni llevaba a cabo lo que no había prometido.
Lo cierto es que tampoco se le puede responsabilizar al cien por cien de la botadura de esa inmundicia legal llamada Reforma. Ya ha confesado, y en más de una ocasión, que es un mandado, que carece de libertad para hacer otra cosa. En eso ha sido sincero, ya que, como Zapatero en sus últimos meses, está a las órdenes de las mafias internacionales, esas mafias que se forran prometiendo a la gente un futuro mejor antes de invitarlas a entrar en barcazas metafóricas o reales. Por mil euros te llevo a Europa. Por un voto te saco del apuro. En lugar de sacarnos del apuro, Rajoy nos ha sacado la pasta y se la ha dado, entre otros, a ese nido de mafiosos llamado Bankia. Y usted y yo bebiéndonos la orina con el mismo vaso de plástico con el que achicamos agua de la zodiac.
* Este artículo fue publicado en EL PAIS el 2 de noviembre
* Crónica ha seleccionado este artículo por su contenido e importancia
Cap comentari: