La debacle electoral del PP parece irremediable, y esto tan pronto como se convoquen elecciones generales, que no tienen por qué esperar al agotamiento de la legislatura, dada la candente situación social provocada por la sistemática supresión de derechos a los que menos tienen. En realidad, todo va mal en todas direcciones. Incluso cuando se habla de un incremento de las exportaciones, puesto que éstas se basan en la precariedad salarial y laboral, no en el desarrollo de nuevas tecnologías. Es la chinización del mercado laboral pregonada por el dueño de Mercadona, Juan Roig, lo que directamente imposibilita levantar el consumo y el ánimo ciudadano. La OCDE eufemísticamente lo percibe como un nuevo peligro: «El aumento del paro [que sitúa en un 26,6 % al cierre de 2014] puede disparar el cansancio hacia las reformas y el descontento social», dice. Por otro lado, la descomposición del partido en el poder es un hecho. El problema, pues, no es que al (des)gobierno del PP pueda llegarle su San Martín, que se lo está ganando con cada una de las medidas que viene tomando a diario. La última, mantener la vana esperanza de revalorización de las pensiones legalmente prevista según el montante del IPC anual hasta que se han celebrado las últimas elecciones autonómicas, como ya hiciera con los presupuestos generales respecto de las andaluzas. Tanta mentira y falsedad ya no va a colar entre la población, pues todo tiene un límite y éste se ha traspasado ya con creces. Echar balones fuera contra la UE, tampoco. Ya es demasiado contra los mismos y a favor de los de siempre.
Rajoy y su gabinete parecen estupefactos con lo que se les ha venido encima. Son incapaces de reaccionar ante la presión de las instituciones más depuradas del sistema financiero internacional neoliberal: FMI, OCDE y Merkel, que se ha convertido en una institución fáctica. Parecen marcianos recién llegados a este planeta. Actúan como si no hubieran gobernado el país ocho largos años con Aznar e importantes autonomías. Y en cuanto a la banca, recuérdese que cuando Zapatero afirmó que teníamos el mejor sistema bancario, no hicieron la más leve crítica. ¿En qué estarían pensando?
Pero a pesar de todo y para evitar que el PP pueda renovar su triunfo en la próxima legislatura, dada la funesta ley electoral que padecemos, lo que supondría un auténtico desastre en estas circunstancias, se hace necesario construir con urgencia una sólida alternativa política de ámbito estatal. En definitiva, es necesaria una coalición electoral o mejor, una plataforma de nueva planta, en la que se integre un amplio espectro de la izquierda democrática y progresista. Su programa: la cohesión social y territorial del Estado, apoyado en los derechos esenciales contenidos en la Constitución, sin olvidar el desarrollo de una economía productiva eficiente con base en la investigación.
* Jesús León es abogado y esdiputado provincial de Esquerra Unida
* Crónica agradece al autor que comparta siempre sus opiniones con nuestros lectores
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