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Tejiendo el hilo rojo, carta de Antonio Montalbán

Estos días se está presentando a la sociedad valenciana un libro y un documental titulados El hilo rojo, obra del historiador Mario Amorós y del periodista Javier Couso, que recaban los testimonios y memorias de las familias Montalbán y Moya. En nombre de ambas familias quiero expresar la gratitud por el trato que estamos recibiendo de muchos ciudadanos y ciudadanas, honrados y orgullosos como estamos de haber intentado estar siempre a la altura de las grandes citas que planteaba el momento que nos tocó vivir.
El documental y el libro recrean aspectos importantes de la evolución de la España franquista y de las luchas y sufrimientos de unas familias que, como tantas otras, no se resignaron a convivir en silencio cómplice con la dictadura. Muy al contrario, acabada la guerra con el triunfo del franquismo, los Moya y los Montalbán, cuyos padres habían combatido defendiendo el gobierno legítimo de la República, entendimos que la lucha por la libertad, la democracia y la justicia social, pasaba por combatir para derrotar a la dictadura franquista. Por ello nuestros padres, nada más acabar la guerra, se reorganizaron en la fuerza política que más consecuentemente y con más eficacia la combatía, el PCE. El ejemplo de nuestros padres de afiliarse al PCE lo seguimos siendo muy jóvenes los hijos de Antonio Montalbán y de Antonio Moya. Sabíamos que las consecuencias de nuestros actos podían, como así fue, acarrearnos grandes sufrimientos y penalidades: detenciones, torturas, encarcelamientos, despidos ( esto último, no por ser malos en la faena, sino por reivindicar mejoras, justicia en el reparto del fruto del trabajo ), aparecer en las listas negras que confeccionaban muchos empresarios, en las que aparecían los nombres y apellidos de los trabajadores a los que no había que dar trabajo. Con todo, siempre soportamos estoicamente, sin lamentos, el castigo que nos imponía la dictadura. Si acumulásemos los años de cárcel sufridos por Antonio y Juan Montalbán Pérez, Juan Montalbán Gámez, y José Moya Hernández, la cifra es considerable. Recontar el número de detenciones que sufrimos los miembros de estas familias a lo largo de las dos generaciones que combatimos el franquismo, suman más de 25.
La dictadura inició su andadura ilegalizando a los partidos políticos y a los sindicatos de clase, y poniendo en su lugar a la Falange, el Movimiento nacional y el Sindicato vertical, dirigidos y dominados por la dictadura y por la patronal. Esta nueva situación nos planteaba a los trabajadores y trabajadoras la necesidad de organizarnos para poder ser eficaces en la promoción y defensa de nuestras legítimas aspiraciones salariales, laborales y sociales. De esa necesidad nació la idea de crear las CCOO. En esta tarea todos los Moya y todos los Montalbán siempre estuvieron entre los primeros, entre los más firmes y decididos, aportando con toda generosidad el máximo de tiempo y de recursos que podíamos emplear en ello.

Después de algo más de tres décadas de ir tejiendo en clandestinidad, de ir ganando complicidades y apoyos para la causa, fue a mediados de la década de los años setenta cuando el nuevo movimiento obrero, que nace fundamentalmente de la mano de las CCOO, cobra pujanza y se expande por prácticamente todos los sectores de la producción y los servicios, y por todos los ámbitos territoriales.

Las CCOO, que desde sus inicios se habían forjado en la lucha reivindicativa, crecieron rápidamente entre los años 1974-78, con la participación abierta y asamblearia de los trabajadores/as en sus centros de trabajo y con una inteligente y masiva utilización de las posibilidades legales. Por último, una intensa y larga experiencia me demostró que un factor decisivo para el éxito de CCOO y de los trabajadores/as fue aprovechar a fondo las muchas y buenas oportunidades que nos brindaba, en empresas y sectores, la negociación del convenio colectivo, y esto lo supimos hacer muy bien tanto en el último tercio de la existencia de la dictadura como en tiempos de la transición.

En esto de la militancia y el compromiso político y sindical, los Montalbán y los Moya hemos demostrado ser corredores de fondo, gente honesta y coherente en la defensa de una idea: es necesario y posible construir un mundo distinto sin injusticias y desigualdades sociales tan sangrantes como las que sufre hoy la humanidad.

En una sociedad en la que son patentes los escándalos de corrupción de políticos del sistema PP-PSOE, recortes sociales, estafas de los bancos a buena parte de los ahorradores que les confiaron sus recursos, etc, etc, el ejemplo de los Moya y los Montalbán desmiente la afirmación de que “todos los políticos son iguales”.

La lucha y el ejemplo de estas dos familias, junto a muchas más, forma parte ya del patrimonio de la izquierda que hace honor a su propio nombre.

Antonio Montalbán Gámez
ex-secretario general de la CS de CCOO del País Valencià
* Crónica acompaña la sinopsis del libro para quienes tengan interés
Nacidos en la posguerra en la pedanía cordobesa de Alcolea, su infancia estuvo marcada por el duro trabajo en los cortijos y la represión de la dictadura franquista contra sus padres y tíos. Emigraron a Valencia entre 1963 y 1964, aquí se unieron a la lucha clandestina del Partido Comunista y participaron en la construcción de Comisiones Obreras. El compromiso con la democracia y la reconquista de la libertad les supuso detenciones, torturas y cárcel. En los años 70 y en la Transición, estas familias tuvieron un papel destacado en la lucha de la clase obrera. Uno de ellos, Antonio Montalbán, fue el primer secretario general de CCOO en el País Valenciano y miembro del Comité Central del PCE. El compromiso de las familias Montalbán y Moya llega hasta la actualidad. En este tiempo de dictadura de los mercados y del gran capital especulativo, cuando los trabajadores están perdiendo las conquistas que exigieron un siglo y medio de lucha, la Memoria Democrática es el “hilo rojo” que nos ayudará a vencer al neoliberalismo y salir del “laberinto”.
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