Es posible que no sea el tema político del momento, es posible que no tenga ningún interés para la mayoría de la gente pero a mí me parece un ejemplo palmario de hasta qué punto algunos de nuestros dirigentes políticos están en la inopia respecto a lo que pasa; a lo que nos pasa a las personas corrientes que no tenemos cargo público alguno, ni consejo de administración que echarnos a la boca; a los que estamos en paro o a punto de estarlo o siempre con el miedo de llegar a estarlo. A los que vemos con terror como la tierra se mueve bajo nuestros pies, no sabemos si podremos pagar la hipoteca, ni que nos va a pasar en casa de que se nos ocurra ponernos enfermos y no sabemos tampoco si llegaremos o no a cobrar alguna pensión de jubilación. Los mismos que vemos que por el momento no vemos discurso ni partido político, ni persona política tampoco, capaz de enfrentarse a la avalancha neoliberal que está borrando del mapa el estado del bienestar europeo. Y con ello nuestras vidas.
Este asunto al que me refiero no es otro que la Fundación “España Constitucional” que se le ha ocurrido montar a José Bono. Preocupadísimo, como parece estar, por la integridad territorial de esa su España ha tenido la idea de montar esta fundación para defenderla. La fundación nace, según sus estatutos, para “reforzar la cohesión de los ciudadanos españoles a través de la defensa de la Constitución y de las instituciones que la misma establece”. También como “un punto de encuentro para quienes, desde el diálogo, pero con firmeza en sus convicciones, se refieren a España sin complejos, como una imagen de marca superior a la de cualquiera de sus partes de forma individual”. Me dan ganas de explicarle a Bono que la no se preocupe por cohesionarnos que ya nos cohesionamos nosotros pero que, a lo mejor, no queremos cohesionarnos con las mismas cosas. Y de paso me gustaría explicarle que sí, que la cohesión social y la constitución están en peligro pero que lo necesita defensa no es la marca España, sino las personas que vivimos aquí; y la manera más útil de defendernos es defender el estado social (sí, reconocido en la Constitución): la sanidad y educación públicas, los derechos sociales e individuales, el derecho a una vivienda digna, el papel de los sindicatos y los trabajadores y trabajadoras, el bien común, en definitiva. Sí, esta España está desapareciendo y la constitución que la definía es, hace mucho papel mojado. Esta Constitución no tiene quien la defienda, la ciudadanía tampoco. Pero no son estas minucias las que Bono ve en peligro y quiere defender, no.
Bono se ha buscado como compañeros de Fundación, adalides, defensores de la España en peligro, nada menos a muchos de esos que se han convertido en ejemplos de la mala política, de la política destructora y antisocial a la que culpamos, con razón de la situación en la que ahora nos encontramos. Es hilarante que Bono llame a un ministro franquista que fue para ser Presidente de una fundación en defensa de la Constitución. Pero peor aun es que llame a Zaplana para acompañarle en esta absurda aventura. Zaplana que es, -está claro que Bono aún no se ha enterado- uno de los máximos ejemplos de esos políticos (y de esa España) que hoy la mayoría querríamos ver arrinconados por la historia. Un ejemplo de político que después de enriquecerse, despilfarrar recursos y degradar servicios públicos, se va a un consejo de administración y pretende que sean los ciudadanos y ciudadanas los que paguen sus pifias. No sé qué España quiere defender Bono apoyado en Zaplana, pero más bien parece que se refiere a la del despilfarro o de la corrupción, a la de los aeropuertos sin aviones o de los parques temáticos quebrados, a la de la política que ha endeudado este país por encima de sus posibilidades. ¿Y Acebes? A Acebes también le ha llamado Bono para que se integre en esta fundación. ¿Qué España va a defender Acebes el mentiroso? El que pretendió mentir a todo un país a costa de los muertos del 11M, y todo para ganar las elecciones. ¿Dónde estaba Bono en esos días? ¿Es que ya no se acuerda o es que le parece bien mentir a todos los españoles y españolas siempre que el fin sea defender el poder….digo España.
Pero el buen ojo de Bono no se limita a Zaplana y Acebes, que de por sí son todo un síntoma enfermizo. A mí me parece que Bono más que defender España se ha puesto nostálgico y pretende fundar un club de políticos de otra época, que debió ser buena para ellos, sí, pero que fue nefasta para la ciudadanía de esa España. Lo que tienen en común todos estos políticos es que ahora si les vemos por la calle les abucheamos. Martín Villa, Zaplana, Acebes, Marcelino Oreja (otro moderno) y para que no falte nadie también está aquí metida la pseudosocialista María Antonia Trujillo, reina del twitter e ínclita defensora de la idea de que los pobres que osaron comprarse una casa la paguen con su vida si es necesario. En fin, la Fundación de José Bono está formada por un grupo de personas que representan a una España de banqueros voraces, políticos corruptos y/o despilfarradores, destrucción del estado del bienestar, privatización de los derechos, destrucción del medio ambiente, envilecimiento de la política…y aeropuertos sin aviones.
Pero el ímpetu guerrero de Bono no se para ahí y, como no podía haber pastel sin su guinda, Emilio Botín va a ser el “padrino” de la nueva fundación. Un banquero de esos que ahora nos gustan tanto a los españoles, de los que tanto han hecho por el país y, especialmente este y para no desentonar, creo que tuvo ciertos problemillas con haciendo que no llegaron a más, claro. Conociendo a Bono estoy segura de que ya se la ha ocurrido pero, por si acaso, voy a darle una idea: le falta un cardenal, obispo o arzobispo. En esa España de sus amores tiene mucho donde elegir: Desde Rouco a Cañizares hay prelados de sobra dispuestos a defender la España constitucional; constitucional de Bono, quiero decir.
Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
* Crónica agradeçe a la autora su decisión de compartir sus artículos con nuestros lectores
* Este artículo se publica también por la autora en el diario El Plural
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