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Con la Marea Blanca por Beatriz Gimeno

Durante años se han venido produciendo desahucios, pero la mayoría no nos dábamos cuenta. Mientras seguimos pensando que eso era cosa de unas pocas personas, seguramente con problemas sociales que no siempre eran consecuencia de la crisis, no hicimos nada. Muy pocas personas escribimos o criticamos las sucesivas votaciones contra la dación en pago que se sucedían en el Congreso; muy pocas personas pedimos públicamente al PSOE que votara a favor de esta iniciativa e incluso callamos cuando el PSOE hacía y decía, respecto a las hipotecas, lo mismo que hoy hace y dice el PP. Poca gente exigía el reconocimiento efectivo del derecho a la vivienda. Ahora todo el mundo ve el problema desde otra óptica. No es porque hayamos cambiado nosotros solos, ni que hayan cambiado los partidos o los medios de comunicación, es que nos ha cambiado la lucha de los afectados por la hipoteca.

Hizo falta que estas personas se dieran cuenta de que no eran culpables de nada, sino víctimas de una monumental estafa; ha hecho falta que se organizaran, que pusieran su dolor en común, que se dieran cuenta de que apoyándose unos en otros es posible plantar cara a la injusticia, que la solidaridad da una fuerza inmensa, que pusieran en común su inteligencia y su trabajo para que rápidamente cambiara la percepción de la sociedad entera, para que los medios de comunicación dejaran de tratarles como víctimas aisladas de una desgracia particular y para que todos comenzáramos a ver lo que antes no se nos dejaba ver, que la monumental estafa inmobiliaria que se ha producido en este país ha dejado cientos de miles de víctimas que están pagando con sus vidas las enormes ganancias de unos pocos. Desde la irrupción de la PAH nada será lo mismo, ya nadie puede dejar de ver la realidad como es, y los intentos del gobierno por volver a ocultarla o por criminalizar a este movimiento, se vuelven contra los que lo intentan. La PAH nos ha demostrado que lo importante es pasar del sufrimiento individual a la lucha política colectiva y hasta qué punto este paso puede cambiarlo todo.

Ahora tiene que pasar lo mismo con los afectados por los recortes en sanidad. Las palabras de Ana Mato diciendo que nadie en este país se ha quedado sin médico o sin medicamentos son una burda y cruel mentira. Hay personas ya que no pueden pagarse sus medicamentos y hay personas, ya, que están muriendo porque los recortes sanitarios han convertido la sanidad española, una de las mejores, más eficientes y más justas del mundo en una sanidad que ya empieza a mostrar sus terribles agujeros. Ayer nos enteramos de que un hombre de 48 años, Luis Canabal, murió por una rotura de aorta que deberían haberle operado 9 meses antes. No será el único caso. Cada día vemos en los telediarios que personas mayores, jubilados o personas con graves enfermedades, en paro o dependientes, tienen que elegir entre comer o pagar sus medicamentos; por no hablar de los inmigrantes que no tienen derecho a nada. Estamos viendo esta desposesión de derechos fundamentales igual que antes veíamos a los hipotecados, con empatía pero con cierta lejanía. Estas personas, las afectadas por los recortes sanitarios, tienen que organizarse políticamente, tienen que recordarnos que la sanidad universal es un derecho humano básico que ya teníamos y que no podemos perder; un derecho que está consagrado en la constitución y en todos los textos que recogen derechos humanos fundamentales.

Las personas afectadas por los recortes sanitarios y farmacéuticos no pueden esperar y los demás, la sociedad, tampoco. No dejemos que haya más muertos ni leamos por encima y sin fijarnos esas historias de viudas que no tienen para sus pastillas. No pensemos que esas familias con hijos enfermos y dependientes a los que no pueden llevar a los centros especializados y que tienen que enterrar en casa sin cuidado especializado de ningún tipo, son familias con mala suerte. Hubo una estafa bancaria que ha dejado sin ahorros a miles de pequeños ahorradores, ha habido una estafa inmobiliaria en la que se han vendido cientos de miles de pisos muy por encima de su valor a personas que no podían pagarlos, pero a los que se engañó para que pensaran que sí; ahora se pretende que la gente se olvide de que la sanidad universal y gratuita es un derecho básico del que ya disponemos y llegue a pensar que el que no puede pagar un medicamente no tiene derecho a él.

Que los afectados por los recortes sanitarios se organicen, que persigan a los privatizadores, que les hagan escraches, que les abucheen, que rodeen los parlamentos, los hospitales, los centros de salud; que los enfermos se pongan en los portales de los políticos que nos roban la sanidad y el derecho a la salud. No dejemos solos a los profesionales sanitarios que están ya en esa lucha porque es la lucha de todas y todos. Pocas cosas nos pueden importar más que la lucha sanitaria que se está librando especialmente en Madrid contra la privatización El domingo 21 no podemos faltar a la marea blanca desde Cibeles. Que no necesitemos muertos para darnos demos cuenta de lo que está pasando, que no necesitemos que enfermen nuestros seres queridos y nos demos cuenta de que no podemos pagar su curación adecuada. Igual que hay una emergencia con los desahucios hay ya una emergencia sanitaria. Ahora todo el apoyo a la Marea Blanca y después organización y lucha.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)

* Crónica agradece a la autora su decisión de compartir sus opiniones con nuestros lectores

 

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