El problema para la izquierda política y social, es que no tiene un modelo de Estado aceptable para la gran mayoría de la población española.
Sin embargo, esa mayoría sí que la tiene el PP, puesto que a pesar de los pesares, no plantea ni aboga, directa ni indirectamente, por la ruptura del país con el que la mayoría de la población se siente identificada en cualquier parte del territorio en el que haya nacido o resida.
Esta situación crea una imposibilidad objetiva para que en las presentes condiciones de indignación e incluso de hastío severo con la política económica y social que se aplica por el Gobierno del PP, se pueda producir el vuelco electoral que se necesita para salir del caos en el que nos ha metido esta política con Rajoy y la anterior del PSOE con Zapatero a la cabeza, bien sea por iniciativa propia (que lo es en gran medida) como por iniciativa de la paladín europea del neoliberalismo, Angela Merkel y sus compañeros de viaje en el Eurogrupo.
De ahí que sea necesario insistir en la tesis de la creación de un movimiento amplio político-social, que superando el anquilosamiento de los partidos aflorados a partir de la transición democrática, se convierta en un trampolín de enganche de tantísimos ciudadanos que han votado a la izquierda en su conjunto e incluso a parte de los que han votado al PP. La decepción es evidente en una parte considerable de estos últimos tras el primer año largo de (des)gobierno del PP, que les ha llenado de incertidumbre y desasosiego respecto de su futuro inmediato y el de sus hijos y nietos.
Así, pues, visto lo que ha dado de sí el espectro democrático de izquierdas desde la transición de la dictadura franquista a la actual democracia, se hace imprescindible superar la estructura partidista actual, muy «tocada del ala» para remontar el vuelo de la superación del conjunto de la derecha con una mayoría suficiente que permita reconducir España hacia ámbitos de prosperidad económica y social; objetivo que pasa por una clara definición del Estado con olvido de veleidades soberanistas de las autonomías. Tal movimiento político social debe integrarse con los votantes del deteriorado PSOE, con los de la limitada IU y el resto de partidos casi testimoniales del ámbito de la izquierda democrática, que sean capaces de priorizar el interés general sobre el particular de cada grupo dirigente. Mediante la creación de este bloque abierto de par en par a la ciudadanía y a las múltiples plataformas reivindicativas, así como al fundamental movimiento sindical y al mundo de la cultura; se puede ilusionar a la población de que el cambio es posible. Así se logrará el triunfo del esfuerzo sistemático, de la eficacia de lo público, de la justicia y de la igualdad social frente a la estulticia, el egoísmo y la agobiante insolidaridad clasista de los gobiernos neoliberales que padecemos, tanto en España como en Europa. Es el momento de organizarse. Mañana puede ser tarde.
* Jesús León, abogado y exdiputado provincial de Esquerra Unida
* Crónica agradece al autor su decisión de compartir todos sus artículos de opinión con nuestros lectores
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