España, Responsabilidad, Mérito, Marca España, Capacidad, Esfuerzo, Honradez, Soluciones, Honor, Servicio Público, Austeridad, Bien Público, País, Trabajo bien hecho, Buena Gestión, Transparencia, Honorabilidad, Decencia… En realidad: Cohecho masivo, fraude, malversación… chorizos (presuntos).
Estamos en manos de una organización que ha subido los sueldos a sus dirigentes en medio de una enorme crisis que está empobreciendo a la mayoría; que además del sueldo han cobrado sobresueldos por conceptos como pago de la vivienda habitual, indemnización por trabajar (Glez Pons dixit) o por nada, simplemente porque se están repartiendo el botín. Ese dinero que se están repartiendo es en parte dinero público, ese que falta en las becas, en la sanidad, en la dependencia, en la investigación, en la vivienda; un dinero que, bien empleado, serviría para que las vidas de la mayoría de la gente fuera vivible y digna. Otra parte de ese dinero proviene, parece ser, de las mordidas que les han venido pagando durante años algunos empresarios a cambio de obtener después fabulosos contratos públicos para construir cosas que no se necesitan, obras caras, ineficientes e inútiles que se terminarán (que terminaremos) pagando por partida doble. Una gestión prevaricadora y propia de una organización con prácticas mafiosas, presuntamente.
Pero no olvidemos tampoco, ni por un momento, que esto no va sólo de Bárcenas, el más listo de la clase. No olvidemos que se trata de una manera establecida de funcionar que ha enriquecido a muchos de los dirigentes del PP personalmente y que ha permitido también al partido gastar mucho más de lo que supuestamente tenía en, por ejemplo, campañas electorales con las que expandir sus mentiras hasta el infinito. Es necesario recordar que todos los tesoreros del PP están, o han estado, imputados o en los tribunales por lo mismo que se le imputa ahora al más reciente de ellos. Así que no se trata de que Bárcenas sea un ladrón, que lo es, sino que se trata de que la manera en la que ha actuado Bárcenas es más bien un requisito para ser tesorero del Partido Popular. Los tesoreros del PP parece que tienen como principal dedicación dedicarse a repartir el botín previamente cobrado irregularmente y/o expropiado a toda la ciudadanía, presuntamente.
Y dicho esto es posible que no pase nada o nada al menos de lo que nos gustaría que pasase. A lo mejor me equivoco y lo más escandaloso está por llegar, y puede que exista una gota que colme el vaso de la paciencia de la gente. Desgraciadamente, y es gravísimo, este es un país que da por hecho que la corrupción es generalizada, que los políticos se forran y que los chanchullos son la norma. Los papeles originales que aparecen ahora son una prueba pericial o judicial, pero no creo que cambien gran cosa la percepción de la gente que, muy mayoritariamente, daba por descontado que las fotocopias reflejaban la verdad de la contabilidad y que nuestros dirigentes, incluido el presidente del gobierno, han hecho de la mentira la base de su discurso público. Tenemos una ministra de Sanidad a quien una trama de corrupción pagaba sus viajes, un Parlamento como el Valenciano donde no hay más diputados imputados porque no caben en los asientos; tenemos políticos/as implicados en escuchas ilegales, en cohechos de todo tipo y prevaricaciones mil. Todo ello presuntamente, claro.
La gestión prevaricadora de dinero público es tan evidente que ni siquiera la noticia falsa de que el partido se había gastado 500.000 en un poni suscitó otra cosa que bromas. ¿Cómo iba a sorprendernos que se compren un poni después de enterarnos que hay quien gasta 4000 euros en confeti (no que “se” gasta, sino que gasta, que es distinto)? Este no es un país normal, es un país podrido. En la mayoría de los países esto que pasa aquí no es que fuera insostenible, es que jamás hubiera pasado porque no se hubiera traspasado la primera línea. Hemos leído que existen países en donde hay ministros que dimiten por comprarse un Toblerone con dinero público o por mentir a la hora de contratar a un ayudante, o que van a la cárcel por no pagar una multa de tráfico. Y eso por no hablar de los delitos fiscales que, por otra parte, van camino de no ser delito o de no llevar pena aparejada. Aquí los ricos, poderosos o influyentes no van a la cárcel excepto en casos muy excepcionales y cada vez más raros, pero el que roba una gallina no se libra de un año de prisión. Primero se cambia el Código Penal para que los delitos de los poderosos dejen de serlo o sean leves; si aun así hay peligro entonces se hará una campaña contra el juez que puede acabar con este fuera de la carrera judicial, se obstruye como sea el proceso. Finalmente, si nada de esto da resultado, se indulta al condenado y ahora, además, se oculta el indulto para que nadie se entere. Es una ingeniería penal y fiscal completa para robar a los pobres y dárselo a los ricos, es decir, a ellos mismos.
Y todo esto, absolutamente todo, desde el principio hasta el fin, en todos los casos y en todo momento, envuelto en mentiras. Mentiras estúpidas y evidentes, cómicas, ridículas, disparatadas y patéticas, pero que al igual que todo lo anterior, no han movido de su sitio a ninguno de nuestros dirigentes que las sueltan tan tranquilos; no sé si sabiendo que da lo mismo porque nadie se cree nada de lo que dicen, porque a nadie le importa lo que dicen o porque, simplemente, creen que somos idiotas; me pregunto si cuando las puertas se cierran y las cámaras dejan de enfocarles y se quedan solos se ríen de nosotros.
Lo dicho: España, Responsabilidad, Mérito, Marca España, Capacidad, Esfuerzo, Honradez, Soluciones, Honor, Servicio Público, Austeridad, Bien Público, País, Trabajo bien hecho, Buena Gestión, Transparencia, Honorabilidad, Decencia… En realidad chorizos (presuntos).
Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
* Crónica agradece a la autora su decisión de compartir sus opiniones con nuestros lectores
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