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Una violación, qué gracia por Beatriz Gimeno

Durante al menos dos días al abrir twitter he visto como el hastag #YoviolabaA era TT. Las personas que denunciaban este hastag eran acusadas invariablemente de ser feministas sin sentido del humor, lo que ya sabemos que para los machistas es una tautología. Violar es un delito muy grave en la mayoría de los códigos penales así que, en teoría, ese hastag es una barbaridad que rozaría lo delictivo se sea feminista o no. Ahora hagamos el mismo ejercicio de siempre: pensemos en un hastag como #matarpolicias o #violarniños y que se convirtieran en Trendic Topic. ¿Sería lo mismo? Es muy fácil ver que no; que nadie acusaría de falta de sentido del humor a las personas que protestaran. Seguramente también los policías que fueran a casa del twittero no se andarían con muchas bromas. La comparación de esta situación con el hastag machista, y la facilidad para escribirlo y mantenerlo sin que nadie se inmute, es obvia.
Lo que pasa es que la violación es un delito que a los machistas tiende a hacerles mucha gracia. Así que está claro que la violación es, como siempre ha sido, un delito pero menos. La violación es un castigo colectivo que se utiliza en tiempos de guerra o (pre)revolucionarios; la violación no se considera tal si la víctima no tiene ninguna consideración social o no alcanza el grado de “mujer respetable”, según los estándares de ellos, claro, de los violadores; la violación es poco grave si no se hace mucho daño; la violación es un delito que la propia víctima puede provocar muy fácilmente, incluso sin darse cuenta; la violación admite que el violador se arrepienta, que la víctima le perdone; la violación es mucho menos grave si la víctima primero dijo que sí y después se arrepintió; la violación es un delito siempre bajo sospecha de ser siquiera un delito Destroza a las mujeres que la sufren y nos afecta a todas, pero muchos hombres hacen chistes y parecen no tomársela en serio. Error: sí que se la toman en serio, ese falso humor es una forma muy seria de amenazar, de controlar, de empoderarse con respecto a las mujeres, de marcar territorio, de sentirse superior.

Es un medio de control, naturalmente. Es el tradicional medio de control patriarcal para que las mujeres tengan miedo y sepan que existe un riesgo cierto en salirse del lugar asignado. La violación es el medio de control que se perpetra en algunas para controlar a todas; para recordar a las mujeres que no se crean que son dueñas de sí mismas; que aunque crean que lo son siempre puede venir un hombre a demostrarte quien manda en realidad, con el falo naturalmente. Es lo que cualquier niña aprende desde muy pronto que le puede pasar si no tiene cuidado; si camina sola por la noche, si habla con quien no debe, si pretende ser sexualmente libre, si vive sola, si viste con libertad, si enseña más cuerpo del que debe, si no quiere tener miedo. Así que somos nosotras las que tenemos que cuidarnos de las violaciones controlando nuestro comportamiento y nuestro cuerpo, constriñéndolo en realidad, para dejarles a ellos todo el espacio público, todas las posibilidades de acción. Por eso violan a las mujeres en la Plaza Tahir porque es un espacio público, si estuvieran en casa nadie las violaría. Así podrán hacer su constitución y sus leyes tranquilamente, sin que ellas pretendan tener derechos.

Y naturalmente, no es lo mismo ser apologeta de la violación que mujer libre. No es lo mismo hacer chistes sobre un delito muy grave y particularmente insidioso, que enseñar las tetas. Lo primero está absolutamente permitido y es gracioso y celebrado por muchos; lo segundo es una cosa seria, hay que pelearlo contra todo y constantemente. Lo primero no recibe ninguna sanción por parte de las empresas dueñas de las redes que permiten que se extienda tranquilamente un hastag como el mencionado para que la gente haga sus gracias inocentes y los segundo es objeto de fulminante aviso y prohibición en dichas redes. Así que finalmente sí; denunciar la violación y a quienes consideran que es asunto gracioso, tiene que ver con el feminismo. Si todo el mundo encontrara la violación absolutamente intolerable, entonces quizá el patriarcado estaría desaparecido. Ese sería otro mundo.

Hace un tiempo un compañero hizo un chiste sobre violaciones en mi oficina. No hubo enormes carcajadas, pero si risitas y sonrisas y alguna chica fijó la vista en la pantalla del ordenador. Yo dije en voz alta: “Paco, ¿a ti te gustaría que te metieran un palo por el culo?”. Se hizo un silencio glacial. A Paco no le hizo gracia; ni a él ni a nadie. A todo el mundo le pareció extemporáneo, grosero y bestial. Y lo es, sí, igualito que su chiste y eso es lo que pretendía demostrar; solo que cualquiera de las que estamos en esa oficina tiene un millón de veces más más posibilidades de ser violada o abusada sexualmente de las que tiene Paco. A él no le hizo gracia mi comentario y con razón, no pretendía tenerla. Pero por la misma razón a nosotras no nos hacen gracia los chistes machistas, ni el terrorismo machista, el maltrato, las amenazas o la discriminación; todo ello nos hace maldita la gracia, sí, porque no la tiene.

* Crónica agradece a la autora su decisión de compartir siempre sus opiniones con nuestros lectores



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