El domingo pasado Elena Valenciano escribió un texto en Facebook sobre la invisibilidad de la violencia de género. El texto es una queja profunda que se aleja de lo puramente partidario e institucional, casi no parece proceder de una persona que es un altísimo cargo en el PSOE, personas éstas siempre cuidadosas con sus palabras. El texto no admite apostillas…y sin embargo la apostilla llega al día siguiente en forma de carta que le dirige Stéphane M. Grueso a Elena Valenciano en eldiario.es. La carta/respuesta se produce por el siguiente párrafo de Valenciano “31 mujeres asesinadas y no hay manifestaciones, ni movimientos 15emes, ni misas, ni programas de televisión. Muertes silenciadas…” Es aquí donde salta Grueso, integrante del 15M; es aquí donde se siente aludido y dolido y sale a reprochar a Valenciano varias cosas, fundamentalmente dos: lo que el PSOE no ha hecho en general y que se queje en lugar de actuar. “Coja un teléfono y haga algo”, le dice a la líder socialista.
No he votado nunca al PSOE y me siento mucho más cerca del 15M que de este partido al que he criticado hasta la extenuación. Por esa razón, la carta de Grueso a Elena Valenciano me produjo mucha desazón. ¿Ya estamos así? En esta carta he visto dos de los peores males que aquejan a los partidos políticos y que los indignados hemos criticado hasta la extenuación. El primero es no reconocer nunca, pase lo que pase, lo que otro partido adversario pueda hacer bien. En los partidos parece existir la obligación de que haga lo que haga el otro hay que criticarlo, aunque lo que haga el otro esté bien hecho (no pasa a menudo, pero a veces pasa). Esta actitud es terrible para la credibilidad política de los partidos; todo el mundo sabe lo que va a decir cada cual antes de que lo diga: hay un guión previo y se sigue aunque se caiga el mundo. Eso no es política, es partidismo.
La segunda cuestión a la que me refiero y que advierto en la carta de Stéphane es el “Y tú más” insoportable. Elena Valenciano dice, genéricamente, que los indignados no están contra la violencia de género con la misma fuerza que contra otras injusticias, violencias u opresiones (también menciona a los medios, la iglesia, la sociedad en general…) Tiene razón Valenciano. La referencia de la líder del PSOE es genérica 15emes, se refiere a los “indignados” y también dice: ni misas, ni televisión, ni manifestaciones, ni titulares de periódicos. Y tiene razón. No hay indignados contra la violencia de género, esto no admite discusión y no porque los indignados sean especialmente “pasotas”, sino porque esta violencia es invisible para la mayoría de la sociedad. No provoca ni de lejos la indignación que otras muchas injusticias.
En realidad, casi nadie, excepto las feministas, hace de la violencia de género un tema fundamental equiparable a cualquier otra violencia injusta, opresiva o dolorosa. Ante esto, que no es más que una crítica genérica y casi imposible de rebatir, Grueso arremete recordando lo que el PSOE no hace frente a los desahucios, ni frente a otras muchas cosas. Ya en los comentarios al post, los lectores nos hacen un recuento de lo que el PSOE no ha hecho o hizo mal: sanidad, educación, vivienda, impuestos…Ya, pero no estamos hablando ahora de eso. Eso hay que hablarlo, y lo hablamos, lo escribimos, lo decimos, pero cuando toque. Porque sí hay algo que el PSOE sí hizo es luchar contra la violencia de género.
En ese sentido, las políticas del PSOE contra la violencia de género no admiten demasiadas críticas. Se puede criticar su ley por no llegar a toda la violencia de género, pero la puso en la agenda política, la visibilizó y creó mecanismos reales para combatirla y castigarla, como nunca antes y como pocos países, por no decir ninguno, han hecho. Se puede hacer más, incluso mucho más, pero el PSOE hizo mucho. Las mujeres del PSOE hicieron mucho contra la violencia de género cuando pudieron, cuando tuvieron poder. Y ahora siguen en esa línea de denuncia y visibilización. Luego hablamos de los desahucios pero ¿no toca nunca hablar de la violencia de género? Lo que Grueso dice es más o menos: “Yo no me ocupo de la violencia de género pero mira todo lo que hago, lo que hacemos”. Esta respuesta no vale, vale para un partido pero no para un representante del 15M (cada integrante del 15M es representante del 15M).
“No lo sé con certeza, pero seguro que alguien dentro del 15M está tratando el tema de violencia de género”. “Creemos en la igualdad entre sexos y el respeto mutuo”. En estas dos frases se concentra el problema que, a mi modo de ver, contiene el post de Stéphane M. Grueso y que no es un problema sólo suyo, sino que, desgraciadamente, es general. Un activista social puede serlo, y de los destacados, desentendiéndose al mismo tiempo de algo que mata a más personas que cualquier grupo terrorista. Lo que pasa es que estas personas son mujeres. Esto ocurre porque tenemos la violencia contra las mujeres completamente naturalizada y la seguimos viendo como un problema privado, como una disfunción particular, personal, y no como un problema político fruto de una estructura política particularmente violenta y opresiva. Seguro que Grueso sabe lo que hace el 15M en el tema de la privatización de la sanidad, lo que hace respecto a la educación y, desde luego, a los desahucios; como lo sé yo y como lo sabe cualquier activista feminista. Nosotras, activistas feministas, sabemos muy bien lo que ocurre con la sanidad, la educación, la vivienda o los derechos sociales porque no se puede ser activista social e ignorar eso. Pero, en cambio, se puede ser activista social y no saber nada la violencia de género (no me refiero a Grueso, hablo en general).
La razón de que esto sea así, de que esto pueda ser así, la encontramos en la segunda frase “(..)estamos por la igualdad de sexos”. Querido Stéphane, sin acritud te digo que faltaría más. Por la igualdad de sexos está la Constitución, todas las leyes, todos los partidos, el Papa, la CEOE y la gente en general. Otra cosa es ver si ese “estar a favor” conlleva estar dispuesto a luchar por implantar las medidas necesarias –renunciar a los privilegios- para que esa igualdad sea una realidad y no una declaración de principios. Para eso no basta con estar a favor de la igualdad, sino que hay que ser feminista. Y por eso, la comisión Feminismos, que está integrada dentro del 15M no siempre lo ha tenido fácil dentro de ese movimiento, porque no es lo mismo manifestarse a favor de una vaga igualdad que ser feminista, pero yo no voy a entrar en detalles sobre la Comisión de Feminismos porque ni pertenezco a ella, ni este post va de eso. Tampoco iba de los desahucios la queja de Elena Valenciano. A veces hacerse una autocrítica, o aguantar las críticas de gente con derecho a hacerlas, es políticamente imprescindible. Y muy sano. Y como dice la Comisión de Feminismos: “La revolución será feminista o no será”.
Beatriz Gimeno
Escritora, activista y expresidenta de la FELGTB
* Crónica agradece a la autora su decisión de compartir estos artículos con nuestros lectores
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