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Por favor, gobernantes, dejad de usar la falacia de la falsa analogía por Eduardo Garzón

Desde que se incorporó en la agenda política el aburrido asunto de la reducción del déficit público no hemos parado de ver a gobernantes, economistas y tertulianos recurrir en sus argumentaciones a la famosa falacia de la falsa analogía. Este razonamiento falaz consiste en extraer conclusiones comparando fenómenos similares. Un ejemplo: "aquel planeta es muy parecido a La Tierra, así que debe de haber vida en él". En realidad que los planetas sean muy similares no nos dice nada acerca de si hay vida o no en alguno de ellos; se trata por lo tanto de un argumento inválido. La falacia en concreto con la que nos están martilleando a través de los medios de comunicación es la siguiente: "si una unidad familiar puede ahorrar más dinero consumiendo menos, el sector público también lo puede hacer". Aunque el fenómeno sea el mismo (consumir menos), el resultado dependerá de quién sea el sujeto que lo lleve a cabo. El sector público tiene muy poco que ver con una unidad familiar, y esto invalida totalmente ese argumento. Es más, unas pocas nociones de economía le bastan a uno para comprobar que aunque el sector público consuma menos, no tiene por qué ahorrar más.

Una familia cualquiera puede ahorrar más dinero si consume menos, porque esta decisión no afectará a sus ingresos. Si esta unidad familiar obtiene sus ingresos en una tienda de muebles y decide gastar menos dinero en el supermercado, los ingresos permanecerán invariables y el consumo se reducirá. El resultado lógico es que estará ahorrando más dinero que antes.

Pero con el sector público no ocurre igual porque –a diferencia de la unidad familiar– su decisión de consumir menos sí afecta a sus ingresos. Cuando el sector público reduce su consumo lo que está haciendo es pagar menos a los empleados públicos, dar menos dinero a los parados, facilitar menos ayudas a familias con pocos ingresos (en materia de educación, sanidad, prestaciones sociales, investigación…), entregar menos subvenciones a empresas, etc. Y todo ello se traduce finalmente en menor actividad económica porque estos sujetos tendrán ahora menos poder adquisitivo y por lo tanto consumirán e invertirán menos. Puesto que los ingresos del sector público dependen de la actividad económica (a través de los impuestos) el resultado lógico será que el sector público recaudará menos que antes.
Para más inri, la falacia de la falsa analogía también aparece en el caso de los ingresos, y no sólo del consumo. "Si una unidad familiar puede obtener mayor ahorro ingresando más, el sector público también lo puede hacer". De nuevo, un argumento inválido debido a la diferente naturaleza del sector público con respecto a una unidad familiar.

Una familia cualquiera puede lograr mayor ahorro si, consumiendo lo mismo, trabaja más tiempo para ingresar más dinero. En nuestro ejemplo de la tienda de muebles la decisión de dedicar más horas en el puesto de trabajo conllevará probablemente un aumento de los ingresos. O, si por alguna razón el aumento de ingresos no se materializara en la tienda, algún miembro de la familia siempre podría buscar un nuevo trabajo en otro sitio. Si esta unidad familiar comienza a trabajar más y decide gastar el mismo dinero que antes, los ingresos aumentarán y el consumo permanecerá invariable. El resultado lógico es que estará ahorrando más dinero que antes.

Pero al sector público lograr un aumento de sus ingresos incluso le cuesta más que a la unidad familiar. La única forma de obtener más ingresos es incrementando los impuestos, pero el mero hecho de hacerlo no conlleva necesariamente un aumento de la recaudación. La subida de un impuesto puede tener como consecuencia una reducción del consumo (si aumenta mucho el IVA, u otros impuestos al consumo) o de la inversión (si aumenta mucho el impuesto de sociedades, u otros impuestos a la inversión). Y si el consumo y la inversión disminuyen, la actividad económica será menor y por lo tanto el sector público puede que incluso recaude menos que antes.

Por eso hablamos de la falacia de la falsa analogía: la naturaleza del sector público es muy diferente de la naturaleza de la unidad familiar. Esto hace que para comportamientos similares se obtengan resultados muy diferentes.Es triste e indignante que algo tan sencillo de comprender sea ignorado –consciente o inconscientemente– por aquellas personas que más influyen en la opinión de la mayoría de la población.

* Eduardo Garzón es economista
* Crónica agradece poder publicar siempre sus interesantes opiniones
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