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La realidad tras el aumento de la riqueza financiera de las familias por Eduardo Garzón


Los últimos datos ofrecidos el pasado lunes por el Banco de España revelan que la riqueza financiera de las familias españolas se ha vuelto a situar en niveles anteriores a la crisis. Concretamente, la riqueza financiera de los hogares ha crecido en 2013 un 25,6%, un máximo histórico.
Una primera aproximación a estos datos nos sugeriría que las familias españolas son hoy día tan ricas como lo eran en 2007, fundamentalmente gracias al importante incremento de su riqueza financiera el pasado año.
Sin embargo, al lector no se le escapará que esta lectura resulta un tanto sospechosa teniendo en cuenta la paupérrima situación económica de la mayoría de los hogares, cuyos integrantes llevan sufriendo desde hace tiempo unos niveles de paro insoportables, entre otras penurias. Una lectura más detallada de los datos arrojará mucha más luz a esta cuestión.
En primer lugar, la riqueza financiera es sólo una parte de la riqueza total que tienen las familias. Cuando se cuantifica el nivel de riqueza que tiene una familia, se divide todo aquello que es material de lo que no lo es.
La primera clasificación responde al patrimonio físico (viviendas, garajes, solares, automóviles, muebles, etc) y la segunda al patrimonio financiero (depósitos bancarios, acciones, seguros, etc). Los datos a los que se refiere el Banco de España afectan sólo a la segunda clasificación, dejando de lado la primera.
Es decir, lo que está en niveles anteriores a la crisis es la riqueza financiera de las familias, no la patrimonial ni la riqueza total. Y lo llamativo es que la riqueza financiera supone menos del 20% de toda la riqueza de las familias. En otras palabras: los datos revelan que lo que ha vuelto a niveles anteriores a la crisis es sólo esa pequeña parte de la riqueza familiar.
En segundo lugar, la riqueza financiera se calcula como la diferencia entre los activos financieros y los pasivos financieros. Los primeros componen todo aquello que tiene o genera valor para su propietario, como los depósitos bancarios, los seguros o las acciones. Los segundos conforman todo aquello que resta valor a su propietario, como los préstamos que quedan por devolver o los pagos comprometidos a realizar en el futuro.
Por ejemplo, si una familia tiene 1000 euros en su cuenta bancaria (activo financiero), y unos 400 euros que tiene que devolverle al banco (pasivo financiero), su riqueza financiera será de 600 euros (1000 – 400 = 600). Por lo tanto, la riqueza financiera puede aumentar porque se incrementen los activos financieros, o también porque disminuyan los pasivos financieros.
Lo que está ocurriendo desde 2011 es que las familias españolas están desendeudándose; es decir, están devolviendo poco a poco todo el dinero que pidieron prestado en su día. Además, como los bancos no dan crédito las familias tampoco ven sus pasivos financieros aumentar. Como consecuencia, los pasivos financieros de las familias están disminuyendo, haciendo que la riqueza financiera aumente.
La minoría que invierte en bolsa
En tercer lugar, la riqueza financiera ha aumentado intensamente en 2013 debido casi exclusivamente a la revalorización de las acciones (un 9%). Como las acciones son parte de los activos financieros, si éstas aumentan su precio empujarán al alza la cuantía de la riqueza financiera. Si una familia tiene únicamente 1000 acciones valoradas a 1€, su riqueza financiera será de 1000€; pero si las acciones pasan a valorarse a 2€, entonces la riqueza aumentará hasta 2000€.
En realidad, sólo se trata de un efecto virtual, que no tiene por qué materializar ganancias si no se venden las acciones (igual que ocurría con la burbuja inmobiliaria, que aumentaba el valor de las viviendas; si no se vendían, el propietario no obtenía ninguna ganancia).
Esto quiere decir que prácticamente sólo las familias que tienen acciones han visto aumentar su riqueza financiera. Y estas familias son minoritarias en la economía española: en 2008 sólo el 10,4% invertía en acciones que cotizan en bolsa (desgraciadamente no hay datos oficiales más actuales, aunque previsiblemente no habrán variado mucho).
Lo que ocurre es que los datos no distinguen por familias y se presentan de forma agregada, de forma que una lectura rápida de los datos puede dar la impresión de que todas las familias españolas están aumentando su riqueza financiera cuando en realidad es algo que sólo le ocurre a unas pocas.

*'Eduardo Garzón es economista
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opiniones con nuestros lectores

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