O sea, que a lo mejor es culpa mía si no soy capaz de entender la sutil estrategia por la que el PSOE y Unidos Podemos están ahí parados,
De niño siempre se me dio mal el juego del pañuelo. O sea, que a lo mejor es culpa mía si no soy capaz de entender la sutil estrategia por la que el PSOE y Unidos Podemos están ahí parados, piernas flexionadas, mano extendida, músculos del brazo tensos y mirada penetrante, todos en torno a una investidura que, si alguien no hace algo, está cantado que se la va a llevar Mariano Rajoy.
Pero, por si acaso no es así, por si acaso el problema es que prefieren estarse quietos que arriesgarse a padecer desgastes externos y críticas internas, me atrevo a hacer las siguientes sugerencias y consideraciones:
Pero, por si acaso no es así, por si acaso el problema es que prefieren estarse quietos que arriesgarse a padecer desgastes externos y críticas internas, me atrevo a hacer las siguientes sugerencias y consideraciones:
1.- El objetivo a conseguir es el proyecto que cada uno representa pero tamizado – esto es esencial – por lo que la gente votó el 26D. Aferrarse a lo que a cada uno le gustaría que hubiera pasado es legítimo pero, a corto plazo, implica renunciar a intervenir en la política institucional, a incidir en la realidad y, por tanto, a convertir en realidad, a corto plazo, una parte de tu propio proyecto.
2.- Lo que la gente ha votado globalmente el 26J es muy parecido a lo votado el 20D y que ya tuve ocasión de explicar en otros artículos de este blog: la gente ha votado cambio (por eso me subleva que el pañuelo se lo lleve Rajoy) pero un cambio moderado y sin sobresaltos. A mí me irrita que haya sido así, que no haya habido más alegría y más audacia a la hora de emitir el voto… pero ha sido así y fingir olvidarlo es hacerse trampas en el solitario.
3.- En el movimiento hacia la investidura, la inercia favorece al PP como partido más votado y, por tanto, impedir que gobirene Rajoy e impedir que vayamos a unas terceras elecciones (escenario que sería indeseable en general y catastrófico para la izquierda en particular) hay que hacer algo: la parálisis conduce al abismo.
4.- En este hacer algo es esencial que los partidos dejemos de hablar (y criticar) a los otros partidos y hablemos de política, de programas y de medidas concretas para arreglar problemas concretos: sobre la base de los apriorismos y la opinión recíproca que los unos tenemos de los otros no hay nada que hacer. Lo que podía ser pedagógico en campaña electoral ahora ya no es serio. Y aún es menos serio que haya quien se mese los cabellos ante la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo con Ciudadanos porque es muy de derechas y, al mismo tiempo, hable con toda naturalidad de llegar a algún tipo de acuerdo con Neo-Convergencia i Unió, partido marxista por excelencia, como todo el mundo sabe.
5.- El programa posible, enlazando con el punto primero, está cantado: un programa de regeneración democrática en profundidad y de apoyo a los sectores sociales más castigados por la crisis y las políticas neoliberales
Y 6.- El partido o partidos que han de formar parte del nuevo gobierno, los compromisos que unos y otros han de adquirir respecto a la legislatura y la investidura ha de ser lo ULTIMO, una consecuencia del grado de acuerdo programático y nunca un a priori
Así, y sólo así, es posible que Rajoy no se lleve el pañuelo
* Grosske utiliza un blog para publicar cotidianamente su opinión sobre los aspectos políticos que acontecen.
* Crónica agradece al autor poder compartir su opinión con nuestros lectores
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