A última hora de la noche de ayer martes 24, los ministros de
Economía y Finanzas de la Unión Europea acordaron proponer al Consejo
Europeo que la respuesta financiera a la catástrofe del Covid19 sea que
los países que lo necesiten recurran a un préstamo del Mecanismo Europeo
de Estabilidad (MEDE).
De todas las alternativas posibles es la peor, la más insuficiente y cruel. Explico por qué.
El MEDE es una entidad financiera creada por los 17 estados miembros
de la zona euro en 2012 con el propósito general de proporcionar ayuda
financiera mediante préstamos a los gobiernos que lo necesiten.
Pero esta ayuda se considera un «rescate» porque no se da en
cualquier circunstancia ni para cualquier fin, sino sólo cuando lo pide
un país que experimenta graves problemas de financiación y bajo
condiciones muy estrictas.
El préstamo puede ser con interés por debajo de los del mercado y con
un plan de amortización suave que puede variar según los casos, de modo
que puede resultar, ciertamente, más barato que acudir a la banca
privada en una situación apurada.
Sin embargo, esta ayuda está no es automática ni incondicional. La
solicitud del país rescatado deber ser evaluada por la Comisión Europea,
el Banco Central Europeo y si es posible también por el Fondo Monetario
Internacional. Y el préstamo formaliza mediante el llamado MoU
(Memorandum of Understanding o Memorándum de Entendimiento) que es un
documento en el que se imponen al país una serie de condiciones de
obligado cumplimiento en materia de política económica y fiscal.
Las razones por las que me parece que este mecanismo es indeseable
para hacer frente a los problemas económicos gravísimos que va a
producir la pandemia que sufrimos son varias.
En primer lugar, porque, se quiera o no, recibir un préstamo del MEDE
es un estigma. Significa que un país es rescatado y, por tanto, que de
alguna manera ha fracasado en su política de estabilización
macroeconómica.
Es evidente, sin embargo, que las necesidades financieras que plantea
una emergencia sanitaria no son iguales que las derivadas de una mala
gestión macroeconómica (suponiendo que entonces estuviera justificado
aplicar un mecanismo como este que sacrifica y humilla a quien lo
recibe).
Que no se engañe nadie: lo que hay detrás de esta propuesta que parte
de los países de centro y norte Europa es aprovechar la ocasión para
mostrarse superiores a los de la periferia, haciendo creer que las
consecuencias letales de la epidemia son consecuencia de nuestra
condición inferior y de nuestra incapacidad para gobernarnos con
eficacia y sin despilfarro. Quieren castigarnos de nuevo para disimular
que todo el entramado del euro está pensado y diseñado para que esos
países absorban la mayor parte del valor y los beneficios que generamos
los demás.
En segundo lugar, establecer que cada país acuda al MEDE por su
cuenta para hacer frente a una emergencia sanitaria que afecta a todos
los países es renunciar a principios elementales de cooperación y
solidaridad, al esfuerzo común y a la complicidad que se supone que
deben sostener a los estados miembros de una unión económica y política
como la europea (e incluso más una union monetaria como la eurozona).
Recurrir al MEDE no sólo es ofensivo sino que traiciona el espíritu
europeo y proclama de facto que Europa se construye a partir de ahora a
base del sálvese quien pueda. Si no hay esfuerzo mancomunado ni apoyo
mutuo en medio de una emergencia que provoca la muerte de miles de
europeos ¿cuándo los habrá?
En tercer lugar, porque el MEDE no puede proporcionar toda la
financiación que sería necesaria para que una crisis sanitaria, humana, y
económica como la que estamos viviendo se resuelva suficientemente
bien.
Los ministros de Economía y Finanzas han propuesto utilizar unos
238.000 millones de euros para ofrecer líneas de crédito preventivas de
hasta un 2% del PIB de cada país (algo menos de 25.000 millones en el
caso de España).
Su insuficiencia es patente si se tiene en cuenta que sólo el plan de
apoyo inmediato de Inglaterra es de 400.000 millones, que el de
Dinamarca representa el 13% del PIB o que Estados Unidos acaba de
aprobar una intervención de 2 billones de dólares. O si se considera que
un grupo de expertos españoles valoraba ayer mismo como muy positivo
que España recurriera al MEDE si la ayuda que recibiera fuese de 200.000
millones, casi todo lo que ha propuesto utilizar el Eurogrupo para
todos los países.
En cuarto lugar, la alternativa del MEDE es la más cruel de todas las
posibles por una razón muy sencilla. El Memorándum de Entendimiento
sería sin lugar a duda la vía torticera que obligaría a España a aplicar
de nuevo las políticas de recortes y desmantelamiento que son
justamente las que han ocasionado que nuestros servicios públicos tengan
ahora tantas dificultades para enfrentarse a la emergencia sanitaria. O
digámoslo claro, las que han condenado a muerte a muchas personas y las
que seguirían haciéndolo con el único objetivo de que el capital
privado siga multiplicando sus beneficios.
Naturalmente, se me puede decir que los líderes europeos pueden ahora
saltarse el Tratado del MEDE y dar los préstamos sin condiciones pero,
si se pueden saltar los tratados, como de facto está ocurriendo cuando
el Banco Central Europeo financia por la puerta de atrás a los
gobiernos, ¿por qué no saltárselos entonces para que sea el BCE quien
financia directamente en esta situación de emergencia?
El acuerdo del Eurogrupo es una auténtica vergüenza para Europa, un verdadero escándalo que la puede hacer saltar por los aires.
Como he explicado en otros artículos, hay otras posibles medidas que
son menos costosas económicamente, más seguras, más solidarias y
coherentes con el espíritu europeo y más respetuosas con la dignidad,
con la soberanía y con el bienestar de las naciones europeas.
La exigencia de contar ahora con financiación extraordinaria no es el
resultado de un derroche ni de un incumplimiento de normas previas sino
de una emergencia que está matando a miles de personas. Actuar como
están haciendo los líderes europeos, con egoísmo y sin diligencia,
debería considerarse como algo peor que un simple escurrir el bulto. Su
comportamiento comienza a parecerse a un crimen económico contra la
humanidad. La austeridad que impusieron en la anterior crisis mató a
miles de personas y parece que siguen dispuestos a que eso vuelva a
ocurrir.
Espero que se imponga la razón y que los Jefes de Estado y de
Gobierno que se reúnen mañana jueves vayan más lejos, rompan los
grilletes de la insolidaridad que está atenazando a Europa y que
corrijan este acuerdo. La emisión de eurobonos en mucha mayor cantidad
de la prevista por el Eurogrupo o la intervención directa sobre empresas
y familias del Banco Central Europeo son las alternativas únicas y
urgentes. El MEDE no lo es.
Juan Torres
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* Juan Torres es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opniones con nuestros lectores
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