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Mintiendo no por Beatriz Gimeno

Por si no nos quedaran dudas acerca del concepto de la educación y de la cultura que el Partido Popular quiere imponer después de los recortes, en dinero y en contenidos, por ahí va Esperanza Aguirre demostrando o bien una incultura sin complejos o un afán manipulador muy intenso. El Partido Popular lleva años denunciando a la escuela catalana por su supuesto propósito manipulador, pero a la vista de las afirmaciones de Aguirre sobre Cataluña queda bastante claro que es posible que lo que se enseñe en Cataluña sobre Cataluña y sobre España sea más ajustado a la realidad histórica que las proclamas de la España Imperial que pretende imponer Wert.

Por supuesto que Cataluña ha sido un reino independiente, muchos siglos además. Con sus reyes y sus instituciones políticas ininterrumpidas. Es posible seguir la línea dinástica de la Corona de Aragón (Vicens Vives explica muy bien por qué no se llamó de Cataluña),  es posible identificar sus instituciones políticas propias, sus propias cortes, sus propios fueros y leyes e incluso su moneda durante toda la Edad Media e, incluso después de la unidad de España en el siglo XV,  mantiene una amplia independencia política que hoy podríamos llamar confederal. Hay una línea ininterrumpida de Conseller en Cap desde el siglo XIII hasta 1713,  con el último de ellos, Rafael Casanova.
La historia de Cataluña en este sentido, y en contra de lo que dice Esperanza Aguirre, es bastante parecida a la de Escocia. Reinos independientes la mayor parte de su historia con  periodos en los que los matrimonios reales unen a Escocia con Inglaterra, a Aragón con Castilla, pero en los que ninguno de los dos reinos pierde su independencia política hasta que a principios del siglo XVIII  se produce la unión definitiva de ambos con Inglaterra y España. En el caso de Escocia la unión se produce pacíficamente (aunque con levantamientos posteriores), en el caso de Cataluña tras la guerra de Sucesión, hecho que conmemora la Diada.
La gran diferencia entre ambas situaciones es que en todos estos años en el Reino Unido no se ha sufrido una dictadura que necesitó convertir el catalanismo en la excusa que necesitan todos los totalitarismos para inventarse una identidad que funcione como una religión: excluyente, autoritaria y basada en la mitología. La diferencia entre España y el Reino Unido la podemos ver estos días cuando allí acaban de alcanzar un acuerdo para celebrar un referéndum sobre la  independencia de  Escocia y lo han hecho sin aspavientos, ni tremendismos. Lo mismo ocurre cada cierto tiempo en Canadá con los sucesivos referéndums sobre la independencia de Quebec, que son resueltos dentro de la legalidad y sin más problemas.
Lo que está en escrito en las leyes o en las constituciones obviamente está para ser cambiando cuando la ciudadanía lo requiera. También en el Reino Unido el gobierno británico es el único facultado para celebrar un referéndum, pero allí, después de que las últimas elecciones escocesas fueran ganadas por un partido que llevaba en su programa electoral celebrar esta consulta, el gobierno central ha decidido apoyarla, como es lo normal en democracia. Pero eso también tiene que ver con que Gran Bretaña es una antigua democracia y España es un país que ha sufrido una dictadura muy larga de la que no hemos salido aplicando la justicia debida.
Nuestra triste historia del último siglo nos sigue pasando factura y, desgraciadamente, el anticatalanismo furibundo inoculado por la dictadura en amplias capas de la población no catalana sigue siendo útil para la derecha, ahora también para la derecha catalana. Este  anticatalanismo, que es evidente que existe, le da votos tanto al Partido Popular como a Convergencia i  Unió.  Ambos partidos han conseguido que la opinión pública se distraiga unos días de su nefasta gestión y de los recortes que están aplicando a nuestros derechos; no es que lo otro no sea importante, es que en un país democrático normal debería resolverse sin más problemas, por la vía democrática. No hay otra.
En todo caso, mientras se resuelve, y después de escuchar a Esperanza Aguirre, está claro que para poder acercarnos un poco a la historia real y poder formarnos una opinión lo mejor es que comencemos a catalanizar  España. ¿Qué tal si enseñamos la historia tal como fue?

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