El neoliberalismo es por un lado la práctica social, económica y política hegemónica dentro del capitalismo contemporáneo, pero por otro lado, también es la ideología que trata de legitimar tales prácticas. En este artículo nos ocuparemos de desmontar una parte de esa ideología: lo que llamamos el "mito del emprendedor". Y lo haremos de forma empírica, a partir de datos y bases de datos suministradas por los propios organismos internacionales encargados de promocionar el llamado emprendimiento o enterpreneurship.
El neoliberalismo como práctica es el intento (parcialmente exitoso) de aumentar la tasa de ganancia del capital y mejorar su valorización a través de distintos métodos: privatización, apertura externa y de mercados, y desregulación y desreglamentación financiera y del mercado laboral. Por su parte, la ideología neoliberal trata de legitimar tales cambios radicales, y uno de sus instrumentos es el mito del enterpreneur. Mientras la ideología neoliberal dominante devalúa socialmente la función central de los trabajadores y sus condiciones laborales, en contrapartida realza como elemento imprescindible en la generación de riqueza el papel del llamado enterpreneur o empresario. Término al que se recurre ahora bajo el eufemismo del "emprendedor". Es decir, del voluntarioso generador de ideas, sin el que, se dice, los trabajadores no tendrían ni siquiera trabajo, y no podrían reivindicar esos "trasnochados" derechos laborales, que apenas conservan de forma precaria.
Desmontemos el mito del emprendedor con datos y estadísticas. Todos los datos utilizados proceden del Global Enterpreneurship Monitor (GEM), que proporciona la base de datos internacional la más amplia y homogénea por países sobre enterpreneurship.
Primera falacia: La tasa de emprendimiento en España es baja, lo que explica, al menos en parte, la profundidad y duración de la crisis, el desempleo o la crisis fiscal de las administraciones
La tasa de emprendimiento en España es más alta que en las principales economías de la OCDE, como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido. Y además, lo es de forma continuada si se analizan las series históricas.
Gráfico 1
Segundo falacia: En España y los países latinos hay poco espíritu emprendedor, que implica escaso apoyo a los emprendedores, y que su fracaso sea más probable
En el gráfico 2 se ofrecen datos de la valoración de la población en edad de trabajar sobre el emprendimiento como carrera profesional deseable. En contra de lo inicialmente esperado por los tópicos, esa valoración es superior en España, no sólo respecto a otros países europeos, sino respecto incluso a EEUU.
Gráfico 2
El desmontaje de esta falacia nos parece que asesta un golpe definitivo al mito del emprendedor. Si un mayor emprendimiento generará un mayor desarrollo económico, renta, o riqueza, se tendría que apreciar una relación creciente por países entre renta per cápita y tasa de emprendimiento, a mayor emprendimiento mayor renta, y viceversa.
Sin embargo, esto es falso, en el gráfico 3 se muestra para los países europeos en la base de datos del GEM, la renta per cápita y la ratio de emprendimiento. El resultado no puede ser más decepcionante para los creyentes en el mito del emprendedor. No existe relación alguna entre emprendimiento y renta per cápita, como se puede ver fácilmente al realizar una simple regresión lineal.
Gráfico 3
Gráfico 4
En términos coloquiales, tener más o menos emprendedores o espíritu emprendedor no mejora ni está relacionado con la renta per cápita y/o el bienestar. Ni España es un país que carezca de emprendedores o espíritu emprendedor, según esto es medido por los propios organismos públicos y privados encargados promocionar esta ideología; ni el grado de emprendimiento tiene relación alguna con la crisis económica y financiera actual, y mucho menos con su resolución.
En definitiva, a la teoría económica clásica de Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx, -que establecía el lugar central del trabajo como generador de renta y valor, sin el que el capital y su agente, el emprendedor, tan sólo sería propietario de un conjunto de medios de producción sin fin alguno, se opone un pastiche ideológico (el mito del emprendedor) sin base material y empírica alguna, como hemos demostrado, y que apenas es una mala copia del concepto de empresario schumpeteriano.
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