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Construir sobre las ruinas del 78 por Hugo Martinez Abarca

Las elecciones europeas han dejado un recado difícil de cuestionar. Que la crisis del régimen del 78 es profunda. Esto es una mala noticia para quienes desean su supervivencia: por eso Rubalcaba alerta al PP de que ellos también se han pegado un duro golpe, por eso pone por enésima vez en marcha la máquina de proclamar resucitado al PSOE, por eso en el PP se alarman del crecimiento de la extrema izquierda populista castrista madurista y tuitera. Que PP y PSOE no alcancen el 50% de voto emitido es un mensaje inapelable. La crisis económica va de la mano de una profunda crisis política. Y si bien la crisis económica es un desastre por el sufrimiento que produce, la crisis política sólo debe ser un problema para las élites que han ofrecido el sacrificio de nuestro pueblo en los altares de una oligarquía económica criminal. Para las víctimas de la crisis es una ocasión para transformar el país.
Dentro de esa crisis política hay otros recados más difíciles de interpretar. Si el PP se quiere dar por satisfecho por haber sido la fuerza más votada no tengo ningún problema. Cuanto peor analice el PP lo que está pasando mucho mejor para quienes luchamos por la democracia. Si el PSOE se cree que su problema es de liderazgo, tenemos un tiempo precioso regalado quienes queremos que esos dos partidos que son el corazón del sistema político español fracasen en el intento de dar aliento al régimen del 78.
Pero desde luego donde nos toca reflexionar y actuar es en el ámbito de quienes queremos construir un cambio de bases en lo político y por tanto en lo económico (y en lo social, lo cultural, lo mediático…). Es indudable que el 25 de mayo destapa un escenario en el que el cambio no es utópico sino perfectamente posible. Pero también evidencia que llegamos con los deberes por hacer, que aquello que teníamos que haber fraguado desde que la crisis de régimen germinó en continuas movilizaciones sociales y redes de politización toca hacerlo ahora con urgencia.
Cuando el viejo Marx describía las condiciones objetivas para el cambio radical debía de estar pensando en una situación parecida a ésta. El 25 de mayo nos muestra que no están tan lejos como pretendemos creer las condiciones subjetivas. Valga como síntoma que España va a ser el país que más diputados aporte al GUE, el grupo de la Izquierda Europea.
Es evidente que Podemos ha sacado un resultado espectacular dadas las condiciones de partida. Una organización nacida hace poquísimo, con una precaria estructura construida sobre la marcha… Pero hay que aplaudir que Pablo Iglesias escapara de la autocomplacencia y recordara que el reto es cambiar el país y que eso todavía no se ha conseguido.
En Izquierda Unida podemos agarrarnos a un resultado objetivamente mejor que en las anteriores elecciones generales y mucho mejor que en las anteriores europeas. Pero evidentemente con ello nos estaríamos ocultando una realidad clara: que había posibilidades para haber llegado aquí no sólo con el bipartidismo gravemente herido sino con la alternativa de gobierno puesta en marcha. No podemos dar por bueno como organización un resultado que sería notable si no estuviéramos en la situación crítica que estamos. Izquierda Unida lleva años haciendo buenos análisis. Pero sin interiorizarlos, sin creérselos. En 2008 IU aprobó por un amplísimo acuerdo reiterado varias veces una apuesta por la refundación de la izquierda que sin embargo nunca se terminó de llevar a cabo por los palos en la rueda de quienes no se llegaron a creer su urgencia dentro y fuera de IU. En 2012 IU asumió en su asamblea federal la apuesta por un proceso constituyente que evidenciamos no creernos al relatarlo a veces como un mero proceso jurídico o como una idea para cuando ganáramos las elecciones y redactáramos el BOE.
Lo que el 25 de mayo evidencia es que lo que no hemos hecho en estos seis años toca hacerlo ahora urgentemente. No es sólo una carencia de IU, que de hecho ha ido encontrándose con muchas fuerzas políticas: también lo es de quienes han conjugado el verbo converger siempre en futuro, oponiendo dificultades que muchas veces no eran sinceras, que eran sólo una forma de evitar que se produjera tal convergencia. Ahora ya no cabe esperar. Tenemos la ocasión de cambiar el país. Y tal no será mediante la mera agregación de siglas sino mediante la creación de un espacio social y político transformador.
¿En torno a qué nos unimos? Hay que sentarnos y hablarlo, pero uno diría que los ejes políticos tienen que ser la auditoría de la deuda, el impago de la deuda ilegítima, la exigibilidad de todos los derechos humanos, y un proceso democrático que lleve a un nuevo régimen político republicano. Ello mediante procesos muy participados de elaboración de programas y candidaturas que den lugar a cargos que manden obedeciendo en un espacio que trascienda la agregación de siglas.
Ya no vale conjugar el verbo confluir en futuro. Es aquí y ahora. O acaso no sea nunca.
(*) Hugo Martínez Abarca es miembro del Consejo Político Federal de IU y autor del blog Quien mucho abarca.


* Crónica agradece al autor poder compartir su opinión con nuestros lectores



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