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Extrema derecha: La hija del miedo y la miseria por Marina Albiol

Hace ya mucho tiempo que sabemos que el Parlamento Europeo no es ese espacio de democracia, participación y respeto a los Derechos Humanos que nos intentaron e intentan vender, pero este martes se ha dado un paso más allá. Se ha materializado el resultado de las elecciones europeas del 25 de mayo y se ha constituido un Parlamento Europeo donde la extrema derecha, y por tanto, la intolerancia, el racismo, la xenofobia, la homofobia y el ataque a la diferencia y la pluralidad, tienen cabida. Una extrema derecha con cada vez más respaldo social y más votos.
No solo nos encontramos en Estrasburgo con 49 eurodiputados y eurodiputadas de extrema derecha que, tras su fallido intento de constituir el "grupo de las camisas negras" en la Eurocámara, figuran como no inscritos (NI), sino que también hay un buen número de eurodiputados y eurodiputadas dentro del grupo de los "Conservadores y Reformistas Europeos" (ECR) y en el grupo político de "Europa de la Libertad y la Democracia Directa", que se sitúan permanentemente en posiciones de extrema derecha.
Entre los eurodiputados de extrema derecha no inscritos destacan los representantes de países vecinos como los 24 eurodiputados y eurodiputadas del Frente Nacional francés, los cinco italianos de la Liga Norte, o los tres griegos de Amanecer Dorado, pero también hay ya representantes de partidos fascistas de Hungría, Polonia, Austria, Holanda, Bélgica o Alemania.
Por muy "señorías" que sean no dejan de ser los representantes de grupos de violentos que dan palizas a homosexuales, inmigrantes y comunistas. Representantes de una extrema derecha que entre sus méritos de estos últimos años puede apuntarse el asesinato de Guillem Agulló, Carlos Palomino, Pavlos Fyssas o Clément Méric, entre muchos otros.
Resulta paradójico, pero el fascismo –el desarrollo evolutivo de la extrema derecha– es el arma de reserva del sistema capitalista. La paradoja es que crece alimentado por las miserias creadas por el propio sistema: el paro, la falta de vivienda, el deterioro de los servicios públicos, la política asistencial de reparto de la miseria que sustituye a la política de reparto justo de los recursos.
No solo los partidos de la derecha, también, y de forma destacada, los partidos socialdemócratas tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de este proceso, ya que, al llegar a los gobiernos, se han dedicado y dedican a administrar la miseria en lugar de transformar la sociedad y la economía en beneficio de la mayoría. Esa alternancia diabólica entre conservadores y socialdemócratas a la hora de aplicar las mismas recetas y ataques a la clase trabajadora, de los gobiernos de Zapatero y Hollande, o una colaboración abierta, como en el caso de Grecia, son la receta perfecta para el crecimiento de las más aborrecibles pasiones humanas en forma de partido político.
Ese caldo de cultivo de miseria social y de "miedo" a perder lo que se tiene, típico de los que se sienten "clases medias", nutre a estas manadas de liberticidas. Y he ahí la paradoja: son los más extremos defensores del sistema capitalista, pues nacen para enfrentarse a las organizaciones de izquierdas de la clase trabajadora que lucha por acabar con éste y la miseria y pobreza que le sustenta.
Buscan el enfrentamiento entre trabajadores y trabajadoras, entre las que han nacido aquí y las que han venido de fuera. Se aprovechan de las condiciones de necesidad en que vive el pueblo para señalar como culpable de todos sus males al enemigo equivocado: no es el inmigrante el que rebaja los salarios, ni el que elimina las becas de comedor, ni el que nos quita el trabajo. El enemigo del pueblo no viene de fuera, ya está dentro y no es nuestro vecino, vive en Moncloa, en la Moraleja y se sienta en los consejos de administración de las grandes empresas y bancos.
Pero hay que decir que han sido también las políticas de la Unión Europea contra la inmigración las que han dado alas y han alimentado a la extrema derecha. La Unión Europea permite que haya unos seres humanos de 1ª clase, legales y con derechos, y otros de 2ª, ilegales, a los que hay que perseguir, encerrar y deportar.
Esas políticas de represión de los inmigrantes han sido y son políticas compartidas por la socialdemocracia y los conservadores. Votaron juntos la Directiva de Retorno, la directiva de la vergüenza que permite encarcelar en los Centros de Internamiento para Extranjeros a personas que no han cometido ningún delito. Y comparten la política represiva e inhumana de control de fronteras y también la legislación de extranjería que vulnera los DDHH.
Basta un ejemplo para ilustrar su connivencia: mientras el PP negaba en el estado español el derecho a la asistencia sanitaria a las personas inmigrantes el ahora primer ministro de Francia expulsaba a una niña gitana.

"Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo", decía el pensador Jorge Santayana, y este martes, tras la configuración del Parlamento Europeo, es un deber urgente recordar a los pueblos de Europa el pasado de horror y muerte desatado por la extrema derecha y poner todo nuestro empeño en que jamás se repita.

* Maria Albiol es eurdiptada elegida en la lista de Izquerda Unida
* Este artículo se publica primera mente en diario.es, desde el que lo republicamos usando su/nuestra licencia Creative Commons
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