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La precariedad del subalterno: Syriza necesita aliados ¡Y rápido!. Jon Las Heras


La famosa idea de la "glocalización", es decir, que los procesos globales políticos, económicos y sociales no se dan en un terreno "global" vacuo y abstracto sino que surgen, toman forma y se materializan siempre en una realidad espacio-temporal concreta, ha llevado a muchas a sugerir que la acción social genuinamente transformadora, e incluso revolucionaria, puede tener lugar en nuestras casas, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestra región o, si somos un poco aventureros, incluso en nuestro estado-nación.
O dicho de otra forma, la idea de la "glocalización" que positivamente emancipa a las personas de un estructuralismo determinista Marxista, ha llevado a muchas a pensar erróneamente que en aquellos espacios (locales) donde una esté bien organizada y lleve una acción política valiente podrá transformar completamente su historia. Y digo erróneamente porque considero que una posición ingenua de lo "glocal" puede llevar a un pensamiento excesivamente voluntarista, entendido esto último como que el humano es completamente autónomo y libre para transformar radicalmente la compleja realidad que le rodea.
En este artículo, arguyo que… ni una cosa ni la otra. La autonomía es relativa a su contexto histórico y geográfico y sería absurdo pedir peras al olmo. A pesar de los errores cometidos después del referéndum, Syriza difícilmente podría haberlo hecho mucho mejor ya que carecía (y carece) realmente de suficientes recursos como para llevar su voluntad de transformación social acabo. O dicho de otra forma, su libertad de acción es relativa o, más bien, limitada.
¿Por qué Syriza no ha optado por una posición "más autónoma y subversiva" con respecto a la Troika y ha defendido una salida del Euro para salvar la soberanía nacional? A mi parecer son tres las limitaciones que dificultan seriamente a Syriza optar por salir del Euro:
1. Limitaciones externas: dentro del actual contexto de una Europa neoliberal donde el menor atisbo de socialdemocracia es claramente tachado de irresponsable y atacado despiadadamente, Grecia está probablemente condenada a sufrir una mala situación económica dentro y fuera del Euro. Dentro del Euro Grecia está abocada a depender de las políticas macroeconómicas y monetarias de la Troika. Fuera del Euro… ¿Quién sabe? Una devaluación de divisas no asegura a Grecia tener un crecimiento económico sustancial en base a una creciente competitividad después de haber reseteado la economía respecto a los mercados internacionales. Una devaluación de la moneda no le asegura a Grecia poder reconstruir su pobre tejido industrial a semejanza del turco, el cual está emergiendo como gigante dentro de toda la región. No pagar la deuda internacional que somete al pueblo Griego no asegura que en el futuro los gigantes financieros quieran prestar dinero a un estado que no pagó su deuda en el pasado y que carece de recursos económicos. Es más, la salida del Euro de Grecia podría usarse fácilmente como venganza por los capitales financieros mundiales para disciplinar a la amazonas que levanta la cabeza y desafía a la fiera. A priori, los que arguyen por una salida del Euro tienen una perspectiva casi tan economicista como los neoliberales que defienden su propia doctrina del shock. Lo único que realmente pueden defender es que Grecia tendría soberanía nacional de jure, cosa que han perdido progresivamente con la entrada en la UE, el Euro y con los diferentes memorándums firmados. Pero muy a nuestro pesar, la administración y pueblo griegos estarán sometidos de facto a los mercados mundiales dentro o fuera del Euro.
2. Limitaciones Internas: Aquellos que piden que el pueblo griego vuelva a ser soberano fuera de Europa, para que el gobierno pueda implementar reformas que reviertan en algún momento las políticas impuestas por la Troika, asumen que la correlación de fuerzas dentro del país proseguirá igual, tal como si nada. Asumen que los diferentes grupos de poder llegarán a un "acuerdo nacional", por el bien de todas, donde una menor riqueza producida debido a la devaluación será redistribuida de forma democrática y equitativa entre la población. Pero esto tiene trampa, en el muy probable caso de que Grecia no se convirtiera en una economía post-capitalista, entender la producción y distribución de riqueza como dos procesos separados es contraproducente. Los capitalistas griegos, como cualquier otro buen capitalista, no se encomendarán a producir riqueza para luego simplemente distribuirla al resto de la población a través de un gobierno controlado "por la izquierda". Esto requiere un gran sentimiento de solidaridad, sentimiento que no precisamente define al capitalismo. Por lo que, si el gobierno griego decidiera elevar la tasas impositivas sustancialmente o valientemente impusiera la colectivización de las grandes fortunas y fuentes de producción de riqueza nacional para establecer un proyecto socialista y democrático, estas políticas rápidamente generarían un inmenso rechazo entre los distintos grupos de poder oligárquicos del país y que, otra vez, no vienen a ser muy de izquierdas (como la iglesia, las grandes empresas mercantiles, las navieras, etc.). Esto les obligaría a tomar cartas en el asunto. La forma en que lo harían es imprevisible. La iglesia, que posee grandes propiedades dentro del país y uno de los bancos privados más importantes, a parte de tener un gran poder ideológico entre la población así como dentro de la administración estatal, siendo los altos mandos del ejército personas realmente reaccionarias y adjuntas a la "cultura y tradición nacional", no creo que viera con buenos ojos los proyectos anticapitalistas de la izquierda. Si Grecia saliera del Euro sería más posible que la burguesía nacional diera un golpe de estado (cubierto o encubierto), convirtiéndose en un estado neo-fascista donde los grandes capitales estuvieran firmemente protegidos, que en una república socialista donde la población entera remara por un bien común. A parte, es muy probable que los poderes oligárquicos griegos obtuvieran el beneplácito y apoyo de sus aliados internacionales para defender un "estado tecnócrata y responsable" que decidiera encauzar la economía del país para poder volver a entrar dentro de las estructuras neoliberales Europeas después de que la izquierda hubiera echado todo a perder. La pregunta podría concretarse pues de la siguiente forma: salirse del Euro restauraría la soberanía político-administrativa nacional (que no la económica) respecto a Europa pero… ¿ésta soberanía nacional de quién sería?
3. Proyecto Político: Syriza nace en 2004 de la fusión de Synaspismos, escisión del Partido Comunista Griego (KKE) en 1991, con diferentes partidos de izquierda radical (algunos más que otros) para formar un proyecto de izquierdas inclusivo, plural y transversal. Alejándose de las posiciones ortodoxas del KKE, Syriza se presenta como un proyecto de transformación social en el que diferentes posiciones más o menos anticapitalistas, organizaciones políticas más o menos jerárquicas, comportamientos más o menos feministas y formas de entender la relación humana más o menos ecologistas, convergen para presentarse como un proyecto contra-hegemónico con aspiraciones Europeistas. El KKE, que entiende primordialmente la Unión Europea como un yugo diseñado tanto por el capitalismo global como por el nacional, promulga la salida de la unión monetaria y de Europa. Syriza, a la vez que es crítica para con Europa, es también descendiente del Eurocomunismo y concibe que Europa puede ser un buen instrumento para desarrollar un proyecto internacional emancipador. Más específicamente a lo que nos concierne, el Capitalismo Global que se escapa del poder regulador democrático nacional requiere de estructuras democráticas internacionales-globales para poner en jaque el laissez-faire del mercado global. Es este poder de disociar lo político de lo económico que Syriza quiere contrarrestar promoviendo soluciones "glocales" a problemas "glocales". Salirse del Euro (y probablemente de la UE) sería ir en contra de su proyecto político de solidaridad internacional, asumiendo que el capital global gana. Paradójicamente, fueron muchos los anarquistas los que votaron a Syriza en las elecciones de febrero. Después de la firma del último memorándum, obviamente, está siendo difícil (o casi imposible) para Syriza convencer a sus diferentes facciones, bases dentro del partido y a la población en general que es o será posible un proyecto de izquierdas dentro de Europa si Syriza sigue en el poder. Más difícil es todavía aún creerse los postulados de Tsipras defendiendo un "SÍ" al nuevo memorándum como acuerdo emancipador de los griegos. La batalla interna dentro del partido está servida…
Y es esta, la amarga posición contradictoria y ambigua que ahoga un colectivo social subyugado, o subalterno como diría Gramsci, a la que nos tenemos que enfrentar. ¡Y más se complica la situación cuando dicho colectivo es relativamente heterogéneo y gobierna entre tiburones! Debido a que no hay una aparente solución óptima en manos del pueblo griego (lo que también nos lleva a preguntarnos qué entendemos por el pueblo griego o cualquier otra noción de colectivo y sociedad), creo que hay que contextualizar las últimas acciones de Syriza, así como relacionarlas a su proyecto socio-político internacional. En este caso, la dialéctica entre los movimientos sociales, sindicatos, etc. y las estructuras organizativas de los partidos políticos puede resultar imprescindible. El diálogo entre la base y la punta de lanza tiene que ser continuo, no ausento de sus contradicciones, para que la acción política sea inclusiva y democrática.
Syriza, aceptando el memorándum, no ha hecho más que poner malamente un parche a unas grietas que permiten entrar ingentes cantidades de agua. El barco se va desquebrajando y hundiendo a la espera de que en algún momento lleguen refuerzos. Es ahí donde el resto de países de la periferia Europea, incluyendo a Italia y a Francia, entran como aliados potenciales de Syriza debido a la estructura política y económica Europea. La necesidad de subvertir la correlación de fuerzas en Europa pasa por que en España, como en otros varios países, las clases oligárquicas sean puestas en entredicho no solo en la calles sino también en el gobierno y la administración pública. El capitalismo genera contradicciones a la vez que suscita nuevas formas de organizar la resistencia.
Para Syriza, que Podemos, Ahora En Común o cualquier otro partido político que pueda asaltar las estructuras del Estado para cambiar las prácticas y el discurso del Estado así como en Europa es imprescindible. Lo que le ocurra a Grecia será vilmente utilizado como vacuna contra el resto de proyectos transformadores en Europa.
Hay que encontrar diferentes formas de generar grietas en las estructuras de dominación y la suma de fuerzas colectivas es una de las formas más importantes de hacerlo. Debido a la complejidad del problema, la organización política subversiva no tiene que ser exclusiva a un ámbito político; la acción política tiene que ser dentro, fuera y contra las estructuras de poder existentes.
El proceso de la globalización y las respuestas "glocales" no pueden entenderse sin la coordinación efectiva entre diferentes colectivos dentro y fuera de geografías dispares y distantes. Sin diferentes "glocalidades" actuando de forma conjunta nos vemos condenados a chocar como una pequeña ola contra un dique de cemento armado. La capacidad de construir proyectos en común, con la complejidad histórica que esto implica, es el desafío al que no vemos enfrentados actualmente.
No deberíamos olvidar que los cambios cuantitativos pueden generar cambios cualitativos.
El grito de las manifestaciones puede ser más oportuno que nunca… ¡Tú sola no puedes, juntas sí!
Artículo escrito por Jon Las Heras. Jon es de Gasteiz, actualmente estudia un doctorado en Economía Política en la Universidad de Manchester. Más concretamente, su tesis trata sobre las diferentes estrategias sindicales ante la fragmentación del poder colectivo en la industria de automoción en España. Vivió durante dos años en Atenas (2010-2012) donde estudió un Máster siendo alumno de Varoufakis y Tsakalotos entre otros. La foto es de una pared del barrio ateniense de Exarhia.
* Crónica publica este artículo por su interés con su/nuestra licencia Creative Commons
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