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Si no vienen por miles y no hay foto no es nuestro drama. artículo de Hugo Martinez Abarca


En los últimos meses la gran fosa común del Mediterráneo ha aumentado su rendimiento criminal. Hemos tenido noticias de naufragios con cientos de muertes rodeadas de hundimientos que no generaban el número de muertes suficiente como para merecer un breve informativo. Hemos tenido a nuestro ministro de Interior defendiendo a subordinados suyos que disparaban (mataban) a personas mientras nadaban para huir del hambre. Hemos leído cifras sobre los cientos, miles, cientos de miles de personas que huyen de la guerra… Sabíamos, porque lo leímos y lo escuchamos, que moría gente, también niños.
Pero hubo una foto. La foto de un niño muerto en una playa turca. Una foto desoladora que ilustraba lo que sabíamos que pasa. Gobiernos como el nuestro que se negaban a acoger una cantidad mísera de refugiados (poniendo como excusa que es falsa la supuesta recuperación económica y que en España hay mucho paro y una situación económica muy frágil -sin aclarar qué tiene eso que ver con acoger a los refugiados-) pasaron a hacerse los solidarios y a explicar que ellos encantados, que para solidaria España (como si la crueldad de nuestro gobierno fuera reflejo de la de nuestro pueblo) y que lo que pasa es que esto lo tiene que solucionar Europa, la misma Europa a la que le habían dicho 'no' unas semanas antes.
Que hubiera una foto no cambia los hechos, no aumenta el drama. Lo único que cambia la foto es que algunos medios que no informan de aquello sobre lo que no hay imágenes pusieron la foto (pixelando la cara del niño, como si el pobre siguiera necesitando intimidad) y eso permitiera a mucha gente tener una noticia de lo que está pasando. Parece que hay mucha gente que entiende que el drama no es ficticio cuando lo ve en una imagen. El drama adquirió la capacidad de ser convertido en espectáculo y a partir de ahí ya no cabía seguir ejerciendo el papel de malo (de responsable y serio frente a los demagogos y populistas, que es como llaman a su crueldad siempre).
Que hubiera una foto no aumenta el drama porque antes y después de la foto hay miles y miles de personas que huyen de la guerra, de la muerte y muchas de ellas mueren en la huida, otras acaban en campos de concentración, ninguna tiene un camino fácil; y ninguna sabe (ni le importa) si será fotografiada en caso de morir.
Por lo mismo, porque el drama de cada huido es el mismo, tampoco cabe más que a efectos académicos (no a efectos morales ni humanos) trazar una línea radical entre estos refugiados que huyen de la guerra y esos otros que huyen del hambre. Hablamos de exilio económico porque el hambre mata tanto como matan las bombas, no son muertes más leves. La foto no aumenta el drama de los que huyen de la guerra. La diferencia entre éstos y quienes huyen del hambre no es mucha más que la concentración en poco tiempo de tantísimos miles de huidos lo que exige una gestión más hábil pero también permite esa dimensión espectacular que fuerza a nuestros gobiernos a simular cierta compasión: los mismos gobiernos que a los hambrientos les ponen concertinas y los disparan mientras nadan, que contrata empresas para que disparen en costas africanas, los que encierra en CIEs a personas que no han cometido delito ni falta alguna.
No hay muchas varitas mágicas que resuelvan rápidamente el desastre que generan en el mundo las políticas exterior y económica de nuestros gobiernos (¿habría esta crisis de refugiados si hubiéramos tenido una política exterior sensata, legal y pacífica en oriente medio?). Pero es imposible que aquellos que han empujado hacia esta situación se hagan los solidarios. Eso sí, mientras, plantean bombardear Siria, porque pese a las desastrosas consecuencias indirectas (las directas son muerte y destrozo) que estamos viviendo de anteriores bombardeos, esta vez seguro que las bombas traen paz, libertad y democracia. Comprobaremos que van en serio cuando empiecen a explicarnos que quienes nos opongamos somos afines a Estado Islámico y queremos degollar gente.
En uno de esos bombardeos, el de Irak, cuando fueron a entrar a Bagdad lo primero que hicieron los nuestros fue disparar contra las cámaras de un puñado de televisiones, incluida la cámara de José Couso. No querrían que hubiera foto que les obligara a hacerse los pacifistas. Ay, si hubieran podido impedir la foto del niño, cuánta impostura se habrían ahorrado.
(*) Hugo Martínez Abarca. Miembro de Convocatoria por Madrid y diputado autonómico de Podemos. Es autor del blog Quien mucho abarca.
* Crónica agradece al autor poder compartir con nuestros lectores sus opiniones.
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