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No nos dejan ni morir en paz artículo de Toni Roderic

El Hospital de Santiago se niega a aceptar la muerte digna de una enferma terminal de 12 años -con una enfermedad degenerativa incurable- aunque sus padres han pedido rechazar su tratamiento con alimentación-hidratación artificial, solicitando que se le alivie el sufrimiento con una sedación paliativa y aunque el Comité de Bioética del hospital ha dado el visto bueno.
La Ley Básica de Autonomía del Paciente establece como un principio básico que "el paciente tiene derecho a decidir libremente entre las opciones clínicas disponibles y a negarse al tratamiento". Asimismo, "cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la intervención, el consentimiento lo dará el representante legal del menor después de haber escuchado su opinión si tiene doce años cumplidos". En el caso de Galicia, estos derechos han sido reforzados por una ley autonómica de Muerte Digna, aprobada recientemente.
Sin embargo, la casta médica del Hospital de Santiago -el equipo asistencial- desdeña, rechaza y se desentiende de la ley. ¿Impone creencias personales basadas en lo más retrógrado de la religión, atropellando los derechos y la voluntad del paciente y de sus padres y provocando un sufrimiento añadido a una situación dramática de una familia? ¿Estamos ante el inmovilismo de los grupos de poder fundamentalistas de la sacralidad de la vida, acostumbrados a imponer sus valores por encima de la ley y violentando los derechos de los pacientes?
El apoyo por parte del Servicio Gallego de Salud del PP al Hospital de Santiago no es otra cosa que una muestra más de la hipocresía social del partido más derechista de todos los estados europeos. Un partido que nos llena de vergüenza y que se dedica a amargarnos la vida en todos los aspectos de ella. Seamos enfermos, emigrantes, minorías de cualquier tipo y ciudadanos en general que queremos disponer, decidir y llevar el control de nuestras vidas.
Contradice esta postura tan rancia, totalitaria e intolerante -de dar ese valor morboso a la vida- con sus posturas ante los emigrantes que mueren ahogados en las aguas del Mediterráneo incluso con la ayuda de pelotas de goma, heridos en las vallas y perseguidos y gaseados en las fronteras.
Tenemos que apartar a estos cuervos infames de nuestras vidas para conseguir que por lo menos nos dejen vivir y morir en paz.

Por Toni Roderic, Presidente de Los Verdes.
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