Los que conocen mi trabajo y mis
escritos saben que no se me da ni la hipérbole, ni la exageración ni el
insulto. De ahí que espero que se me crea cuando digo que estamos en
estos días frente a una ocasión histórica, pues las próximas elecciones
del 26 de junio pueden abrir la posibilidad de que ganen las fuerzas
progresistas comprometidas con un cambio sustancial que termine lo que
se inició en la transición de la dictadura a la democracia, definida
erróneamente como modélica. El enorme dominio que las fuerzas
conservadoras tuvieron en aquel proceso, resultado del gran
desequilibrio de fuerzas que existía en aquel momento (en el que las
derechas -herederas de las fuerzas que realizaron el golpe militar de
1936, y que establecieron una de las dictaduras más sangrientas que
hayan existido en Europa- controlaban el Estado y la mayoría de los
medios de comunicación, mientras que las izquierdas -que habían liderado
las fuerzas democráticas- estaban apenas saliendo de la clandestinidad,
de la cárcel donde habían estado presos, o del exilio), se refleja en
el producto que salió de aquel proceso: una democracia muy incompleta
(con un sesgo muy marcado a favor de las fuerzas conservadoras que
continuaron controlando la gran mayoría de los aparatos del Estado) y
con un Estado del Bienestar muy poco desarrollado (con uno de los gastos
públicos sociales per cápita más bajos de la UE-15, el grupo de países
de semejante nivel de desarrollo al de España). Ni que decir tiene que
en el nuevo periodo democrático se hicieron muchos cambios, y muy en
especial durante los gobiernos del PSOE que, siguiendo la tradición
socialdemócrata en Europa, expandieron los servicios públicos del Estado
del Bienestar (tales como el establecimiento del Sistema Nacional de
Salud), muy poco desarrollados en este país. Mucho se hizo, pero mucho
quedaba por hacer. Y lo que no se hizo se debió, en parte, a la
aceptación e integración del PSOE en el aparato del Estado,
convirtiéndose en el mayor pilar, después del PP, de aquel Estado, un
Estado pobre (los ingresos al Estado español son de los más bajos de la
UE-15), con escasa conciencia social (el gasto público social como
porcentaje del PIB, que incluye el gasto público en sanidad, educación,
servicios sociales, vivienda social, escuelas de infancia o servicios
domiciliarios, entre otros, es también de los más bajos de la UE-15),
muy poco redistributivo (el impacto de las transferencias públicas en el
porcentaje de la población en riesgo de pobreza es de los menos
eficaces y menos redistributivos en la UE-15) y uninacional (es decir,
que niega su plurinacionalidad). Estas grandes deficiencias se
acentuaron durante la Gran Recesión (2007-2015) bajo el mandato del
gobierno del PSOE y más tarde del gobierno del PP (y bajo el mandato de
CiU primero y de Convergència después en Catalunya), los cuales llevaron
a cabo políticas sumamente impopulares que pertenecían a la
sensibilidad neoliberal.
El rechazo popular a las políticas neoliberales
Era, pues, de esperar que surgiera un
movimiento de rechazo hacia este Estado que, como consecuencia del
maridaje entre los poderes económico y financiero por un lado, y las
instituciones representativas y mediáticas por el otro, había diluido su
vocación y función de representatividad. El eslogan “no nos
representan” del movimiento 15-M reflejó muy bien esta percepción
generalizada, de manera que el 82% de la población lo compartió. El otro
eslogan “no hay pan para tanto chorizo” denunciaba la corrupción
resultado de aquel maridaje, y que fue especialmente acentuada en el
Partido Popular, el heredero de las derechas que habían dominado la
dictadura fascista y que continuaron las prácticas corruptas que
caracterizaron aquella dictadura dirigida por el gran corrupto y
corruptor, el General Franco.
Era lógico que dicho movimiento, el
15-M, diera pie también a varios partidos políticos a lo largo del
territorio español que, a su vez, radicalizaron a otros ya existentes.
La alianza de estos partidos podría ganar las próximas elecciones,
sobre todo si parte de las bases electorales del PSOE, simpatizantes con
esta demanda generalizada de cambio y ruptura con las políticas
neoliberales (que han sido impuestas, por el gobierno Zapatero y por el
gobierno Rajoy, y que no estaban en sus ofertas electorales), fuerzan un
cambio en su dirección, impidiendo, con su apoyo a la coalición
progresista, que continúe gobernando el Partido Popular.
Requisitos para el cambio real de España
Pero para que el cambio real ocurra hace
falta, en primer lugar, movilizar a toda la población, que en gran
parte estaba de acuerdo con los eslóganes del 15-M, para ganar las
elecciones. Pero, por importante que ello sea, no será suficiente con
ganar las elecciones. La alianza y coalición electoral de las distintas
fuerzas y movimientos políticos progresistas es necesaria y también muy
importante, pero no es suficiente. Lo que se necesita es mucho más que
una coalición electoral o, como algunos han dicho, mucho más que “un
casamiento de conveniencia”. La oposición al cambio va a ser enorme. La
derecha (que en España se define como el centro) es la heredera de los
que ganaron la Guerra Civil, y se les nota. Su cultura democrática es
escasísima, como su práctica diaria atestigua. Véase la cobertura
mediática de las elecciones por parte de El País, donde,
sistemáticamente, manipulan e insultan a la coalición Unidos Podemos, y
sobre todo a su candidato, Pablo Iglesias, presentado como el enemigo
(no adversario, sino enemigo) nº 1 de España. Intentan atemorizar a la
población, definiendo el programa electoral de tal coalición como
extremista, homologando además la victoria de tal coalición con la
desunión de España. Es difícil alcanzar niveles más extremos de mala
leche.
Estas acusaciones realizadas por El País
y por los mayores rotativos del Estado ocultan que las políticas que
han apoyado tales rotativos han causado a las clases populares un dolor
sin precedentes en el periodo democrático. Sus políticas supuestamente
“moderadas” y “realistas” han puesto a 13,5 millones de españoles en
riesgo de pobreza y exclusión social, tres millones más que cuando se
inició la crisis, siendo el crecimiento de tal situación el mayor de la
UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al de
España). Ello significa que 1 de cada 3 niños y 1 de cada 4 jóvenes
están en esta situación. Y así un largo etcétera.
Y mientras, acusan al programa económico
de Podemos (que intenta parar este desastre) de “extremista” y
“utópico”, aun cuando atestiguo, como uno de los economistas que
definieron el marco en el cual se desarrolló el programa de Unidos
Podemos, que es un programa de claro corte socialdemócrata (cuando los
partidos socialdemócratas eran socialdemócratas). En realidad, habiendo
asesorado a todos los gobiernos socialistas durante el periodo
democrático, me alejé de tales gobiernos al distanciarse estos, en su
respuesta a la crisis, de tal tradición. La ausencia de autocrítica del
PSOE es una causa de la enorme decepción que los jóvenes han mostrado
hacia este partido. Su dirección forma parte del establishment
responsable de tanto dolor. De ahí la importancia que las bases de tal
partido se rebelen frente a su dirección y se opongan al apoyo de su
partido a la continuación de las mismas políticas neoliberales
realizadas por el gobierno del PP y por el gobierno del PSOE, y
aplaudidas por Ciudadanos.
Hoy, la estrategia electoral del PSOE es
presentar a Unidos Podemos, y muy en particular a su dirigente, Pablo
Iglesias, como responsable de que hoy todavía gobierne en España el
Partido Popular, ocultando que fue precisamente el PSOE el que se opuso a
una coalición antiausteridad, con mayoría de izquierdas, que era
enormemente factible, y que fue descartada, aliándose en su lugar con
Ciudadanos, el partido neoliberal que es una versión modificada del PP,
partido con el cual Ciudadanos quería establecer una alianza. Es un
indicador de que el PSOE no conoce lo que ocurre en el país, que
asumiera que Podemos podía aceptar este pacto PSOE-C’s. Y hoy todo el
establishment político-mediático intenta demonizar a Pablo Iglesias,
responsabilizándole de la continuidad de Rajoy en el gobierno.
La necesaria movilización
Hay que recordar que el gran error de
las izquierdas en la primera transición fue la desmovilización de las
grandes manifestaciones que, lideradas por el movimiento obrero,
forzaron el fin de la dictadura. Desde 1974 hasta 1978 España tuvo el
mayor número de huelgas políticas (ilegales) y manifestaciones sociales,
a nivel de calle, que se haya visto en Europa durante la segunda mitad
del siglo XX. Fue un gran error de las izquierdas centrarse única y
exclusivamente en la vía electoral (donde precisamente los aparatos y
partidos de izquierdas eran muy débiles), abandonando, cuando no
desalentando, tales movilizaciones populares.
De ahí la importancia de que la sociedad
civil esté viva y agitada, pues la oposición al cambio por parte del
establishment político-mediático del país será enorme (y la represión
será acentuada). De ahí que se remarque la necesidad de desarrollar una
unidad de acción (unidad respetando la diversidad, pues no hay que
confundir unidad con uniformidad), generando una cultura de acción
común, lo cual requiere mucho más que un “casamiento de conveniencia”.
Es necesaria una continua unidad de acción.
Y para que ello ocurra, es necesario que
los equipos de los distintos partidos que están unidos en alianza no
desmovilicen a los movimientos sociales que en su día generaron o fueron
beneficiarios de ellos. La vía parlamentaria es esencial, pero debe ir
complementada e incluso generada por una participación y movilización
máxima de las clases populares en su enorme diversidad de dimensiones.
Centrase en la vida parlamentaria tiene estos riesgos. Es, pues,
necesario diseñar ya, ahora, la intervención y conexión de estos
movimientos con el grupo parlamentario de tal coalición. En España hay
un enorme déficit de cultura progresista transversal que permita aunar y
celebrar esfuerzos partidistas. El conseguir un apoyo mayoritario
quiere decir que, por definición, hay una gran variedad de
sensibilidades en la coalición electoral y las bases que la apoyan. El
punto común debería ser el programa y la confianza en los instrumentos
que canalicen estos esfuerzos a nivel político. Pero es el programa, y
no la ideología, lo que debería cohesionar tales alianzas. Y ya en la
campaña electoral hacer actos conjuntos de todas las sensibilidades,
partidos y movimientos, desarrollando un espíritu de colegialidad y
fraternidad dentro de un proyecto común.
En este esfuerzo, el reto en la
coalición Unidos Podemos es cómo conjugar dos culturas distintas. Una
siempre mantuvo el compromiso con el cambio profundo del país, incluso
en tiempos muy difíciles. De ahí que, como consecuencia de la
agresividad y discriminación que sufrió, haya desarrollado una cultura
de resistencia necesaria para sobrevivir, pero que debe abrirse tanto en
su narrativa como en su actitud hacia el resto de la sociedad, puesto
que su cultura de resistencia puede distanciarla de los sectores
mayoritarios de la población. Y la otra cultura está, al contrario,
caracterizada por una enorme abertura y flexibilidad, limitada en su
experiencia, no solo de gobierno, sino de conjugar la representatividad
parlamentaria con una cultura asamblearia. Estas dos culturas, y otras,
necesitan desarrollar muchos elementos en común para dar pie a
relaciones, repito, fraternales, sintiéndose parte de un mismo proyecto
definido en su programa de profunda transformación. Y la experiencia ya
existe. Los ayuntamientos gobernados por tales coaliciones han mostrado
claramente que son posibles otras políticas públicas mucho más afines a
beneficiar a las clases populares que las que han sustituido. Y la
evidencia esta allí para los que quieran verlo.
*
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad
Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
* Crónica agraeix al autor que compartixca els seus articles d'opinió amb els nostres lectors
Vicenç Navarro
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015
Vicenç Navarro
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015
Cap comentari: