'Haya sumado IU más o menos, haya sido la campaña mejor o peor, dividirnos es impensable. Aquí no sobra nadie. Hay que ver cómo seguimos sumando con la convicción de que somos la única alternativa democrática al neoliberalismo antidemocrático¡.
La confluencia no ha funcionado como pensábamos. Pero si ahora lo
pensamos con detenimiento, como no ha habido verdadera confluencia hay
factores para explicar que no haya funcionado del todo bien. Ha habido
una unión electoral hecha desde arriba, y sin participación real de las
bases en un proceso de debate y discusión (aunque hubo votación) No ha
habido mítines comunes, carteles comunes y nos hemos mirado desde lejos y
con la lógica desconfianza de quienes ayer competíamos y ahora viajamos
juntos pero aun no hemos podido ni hablar con detenimiento. Pensar que
la fórmula iba a dar resultados perfectos, inmediatos y automáticos fue
un error. No creo que la confluencia haya restado mucho, no obstante. Y
creo que debe ser irrenunciable para el futuro. Pero si la confluencia
hubiera restado tanto como algunos dicen, eso se hubiera visto en las
encuestas previas, que sí reflejaron un momento real, que se dio, como
explica aquí muy bien el fundador de Gallup en España.
Sí creo que hemos hecho mala campaña, desmovilizadora en todo caso. Y
que tenemos que analizarla. Creo que la campaña ha sido, como todas las
campañas electorales, un tiempo suspendido de la política
(paradójicamente); un tiempo extraño en el que se habla de cosas que no
tienen nada que ver con la realidad. Se nos acusa de hacer marketing
político, como si los demás partidos no fueran los grandes expertos en
el marketing político, como si las campañas no fueran casi sólo eso. Los
programas se hacen para ganar, los mítines, los argumentarios, los
debates…se hacen para ganar y no importa mucho su relación con la
realidad ni con las vidas de la gente. El partido de la mafia dirá que
combate la corrupción como ninguno y los grandes manipuladores de los
medios dirán, como dijo Rajoy, que quiere una televisión como la BBC. El
partido que aprobó la reforma laboral o el artículo 135 dirá que se
opone a ello aunque no tenga ningún interés en cambiarlo y aunque todos
sus votos en Europa vayan en la dirección contraria. Los partidos de los
recortes dicen que no los ha habido, como dijo el PP, y que no va a
haber más, aunque por supuesto que va a haberlos. En definitiva, se dice
en campaña lo que se cree que los votantes quieren oír o lo que se cree
que llevará a más votantes de los propios a las urnas. Todos
presentarán un futuro esplendoroso o mejor que el actual, aunque sepan
que eso es imposible y aunque alguno de esos partidos esté preparándonos
un futuro mucho más cruel que el actual.
En realidad, la mayoría de los votantes no se cree los eslóganes
electorales, como nadie se cree del todo que una marca de detergente
deje la ropa como el anuncio dice que la deja; pero bajo las palabras
que mienten directamente o que utilizan eslóganes vacíos que no dicen
nada, lo que se hace es apelar a emociones básicas, el miedo, la
ilusión, la añoranza, la esperanza…que a veces funcionan. Pero no
funcionan siempre, ni con todo el mundo, ni siquiera con la mayoría,
aunque compremos el detergente porque no haya opción. Mucha gente, y el
15M hablaba también de eso, está harta de que las campañas electorales
se conviertan en una subasta de mensajes a cual más mentiroso o más
edulcorado, pero es lo que hay. Una tiene que votar a lo que hay
sabiendo, deseando, esperando, que más allá de esos mensajes esté la
política. Podemos rompió con ese molde desde el principio. Hemos hecho
campañas muy verdaderas, muy pegadas a lo que era la vida de la gente y
los problemas reales y eso era lo que nos distinguía: decíamos la
verdad, hablábamos de la verdad, de lo que ocurre en realidad y no se
cuenta. No queríamos tanto vendernos cómo explicar y convencer. Pero
esto no ha ocurrido en esta última campaña en la que parecimos
contagiarnos de los vicios de los demás partidos y pareció que queríamos
decir lo menos posible para, se supone, no arriesgar. Eso nos
convirtió, inmediatamente, en un partido más y eso a nosotros y
nosotras, a Podemos no nos hunde (a la vista está), pero no nos
beneficia. No tanto porque no se sepa lo que hay debajo de lo que
decimos (al fin y al cabo hemos hecho otra campaña muy distinta hace
seis meses) sino porque algo de los que nos distingue y nos da valor ha
desaparecido, ser un partido diferente; no vender eslóganes sin más. En
Unidos Podemos hemos hecho una campaña contra el miedo fomentado desde
todas las instancias de poder posibles. Teníamos dos opciones: una era
tratar de no dar ningún miedo a nadie cuidando que todas nuestras
intervenciones, todo lo que salía de nosotrxs, fuera inocuo, no diera
miedo, generara emociones o sentimientos positivos; La segunda era
desmontar ese miedo explicando, entre otras cosas, que el neoliberalismo
brutal que no encuentra freno en Europa, es lo que tiene que dar miedo
de verdad. Elegimos una opción y es posible que nos equivocáramos en
parte.
En todo caso, desde el comienzo hasta ahora, contamos ya con millones
de votos. Ya tenemos a cinco millones de personas que no tienen miedo
al cambio, sino que lo exigen. Millones de personas que quieren otro
modelo de sociedad en la que la riqueza común se reparta de manera más
justa, en donde las vidas de las personas importen y en donde desde las
instituciones y desde la política se luche por ellas, por todas las
vidas.
Ahora bien, nos faltan aun muchos votos para ganar, ¿cómo lo hacemos?
Para empezar me gustaría decir que más allá de la confluencia o de la
campaña hay un mundo en el que las campañas ajenas existen, los poderes
conjurados para que no ganáramos también. El miedo generado
artificialmente y en base a noticias falsas está ahí. No hay que
quejarse porque es inútil, hay que contar con ello, pero está ahí, por
eso es tan difícil. La base antropológica del país también está ahí. Los
millones de personas que han votado a un partido corrupto saben muy
bien que están votando a un partido corrupto. Simplemente, no les
importa. Y esto es por las razones que sean: redes clientelares, deseo
inconsciente de que algo les toque, miedo a perder la propia posición,
deseo inconsciente de ser como los corruptos, un sistema social que hace
que todo el que tenga dinero (como sea que lo haya conseguido) aparezca
como un triunfador etc. Es un hecho que hay gente a la que la
corrupción o las tácticas mafiosas del PP no les importan nada y
prefieren ese partido a otro que declare que la va a perseguir de
verdad. Hay millones de personas que quieren seguir como están porque no
están tan mal como otros y, simplemente, prefieren no tocar nada, no
sea que vayan a empeorar. El capitalismo no es sólo un sistema
económico, es un sistema ideológico y de propaganda, y es una
mentalidad. Hay mucha gente que no va a tener miedo de las políticas
neoliberales hasta que éstas no les empobrezcan personalmente, como
ocurrió en Grecia. Esto es parte de la realidad y tenemos que lidiar con
ella. Lo cierto es que, por mucho que nos moderemos, somos el único
cambio posible y hay una inmensa cantidad de gente que no quiere cambiar
porque le va bien, porque cree que le va bien, o porque cree que
cualquier cambio puede hacer que le vaya peor. Los partidos del régimen
están ahí para que estos millones de personas tengan dos alternativas
ante las que optar y puedan ir de una a la otra, alternando partidos que
no toquen nada de lo importante.
Y entonces volvemos al principio. Podemos tratar de no dar ningún miedo para que quienes temen al cambio nos voten. Podemos llenarnos de sonrisas para que la gente que quiere cambio pero sólo ligero nos vote, para que quienes no quieren corrupción pero tampoco que nada les afecte en su vida nos voten. O podemos luchar contra un inmenso sistema propagandístico para desvelar que lo que está ocurriendo nos va a afectar a todos y todas y que puede aun ser mucho peor; que cuando desaparezca la sanidad pública enfermar va a ser un infierno para todo el que no sea rico; que nuestras pensiones van a desaparecer gradualmente, que se acabó pensar que nuestros hijos e hijas van a ir a la universidad o van a encontrar trabajos dignos y seguros; que las vidas de la inmensa mayoría van a ser cada vez peores mientras que las de una pequeñísima minoría son cada vez mejores. Podemos elegir explicar que las decisiones que hacen obligatorias esas políticas vienen de una determinada construcción europea que es antidemocrática y que impone políticas económicas que nos roban la vida. Es complicado explicar eso con casi todos los medios de comunicación en contra y con un inmenso aparato de propaganda dedicado a convertirnos en un partido al que tener miedo para ocultar aquello que sí tiene que dar miedo.
Pues esa es la decisión que tendremos que tomar como partido en los
próximos meses. Seguimos construyendo explicaciones, razones, luchando
por argumentar y convencer o tratamos de aparecer como un partido del
que no hay nada que temer a costa, quizá, de convertirnos en un partido
más. También podemos esperar a que la mayoría de la gente esté en tan
malas condiciones de vida que ya no haya nada que explicar porque todo
el mundo pueda percibirlo. Eso va a pasar. Eso está pasando en Europa
donde, ante el creciente malestar social, muchos partidos de extrema
derecha recogen votos. Esos votos ya no van a volver a la
socialdemocracia que ha traicionado sus orígenes. Lo estamos viendo. No
podemos esperar.
Haya sumado IU más o menos, haya sido la campaña mejor o peor,
dividirnos es impensable. Aquí no sobra nadie. Hay que ver cómo seguimos
sumando con la convicción de que somos la única alternativa democrática
al neoliberalismo antidemocrático.
*
Beatriz Gimeno es Diputada de Podemos. Activista social y feminista por
la diversidad sexual y por los derechos de las personas con
discapacidad. Ha publicado dos libros de relatos, dos novelas, tres
ensayos y dos poemarios. Escribe habitualmente en elplural.com,
elciudadano.cl, pikaramagazine o eldiario.es, o público así como en
otros periódicos y revistas.
* Crónica agradece que desde nuestros inicios haya permitido siempre compartir sus opiniones con nuestros lectores.
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