Los defensores del CETA repiten una y otra vez los mismos argumentos
sin presentar ninguna evidencia que los avale. Son simples consignas
faltas de rigor al no estar refrendados por la realidad del texto del
tratado. O no lo conocen o son cínicos sin ningún tipo de pudor.
Machacan con el argumento de los valores compartidos entre la UE y
Canadá. ¿Cuáles son esos valores? En Canadá están autorizados los
transgénicos sin etiquetar en la alimentación humana, en la UE, no. En
Canadá, la agricultura industrial con utilización masiva de pesticidas,
muchos de ellos prohibidos en la UE, es la norma, frente al modelo
europeo basado fundamentalmente en pequeñas y medianas explotaciones
familiares o de cooperativas. En Europa funciona el “principio de
precaución”. En Canadá la “gestión del riesgo”…
El 70% de mineras mundiales son canadienses, y no hay más que fijarse
en el ejemplo de Corcoesto para adivinar la oleada de demandas ante los
famosos tribunales de arbitraje del ICS (Investment Court System) que
nos caerían cuando el gobierno central, los gobiernos autonómicos o
municipales quisieran poner trabas de algún tipo a la actividad de
dichas empresas. Además, la mayoría de empresas canadienses son filiales
de transnacionales de EEUU, por lo que el CETA sería de hecho la puerta
trasera que utilizarían las mismas para beneficiarse del ICS.
Cuando dicen que es un tratado progresista, ¿a qué se refieren? El
capítulo de empleo y desarrollo sostenible no cita en ningún momento el
principio de precaución consagrado en el Tratado de Lisboa de la Unión
Europea. Los derechos laborales no son vinculantes y por tanto
ejecutables de forma efectiva ante ningún tribunal. La resolución de los
posibles incumplimientos se deja a la buena voluntad de las partes, sin
obligaciones concretas
¿Es progresista la lista negativa de compromisos mediante la cual
todos los servicios (incluidos los públicos) están abiertos a la
liberalización (privatización) si no se meten en dicha lista? ¿Qué pasa
con las necesidades futuras que no se prevén en el momento de su
elaboración?
¿Es progresista la cláusula standstill que establece la
congelación del nivel de liberalización (privatización) de todos los
sectores económicos en el momento de la entrada en vigor del CETA?
¿Es progresista la cláusula ratchet que impone a los gobiernos
el avance en una sola dirección (la de liberalizar y desregular) e
impide la vuelta atrás en el sentido de revertir en aras del bien
público decisiones que gobiernos anteriores hayan tomado?
¿Es progresista que en el capítulo de medioambiente del CETA no
aparezca ni una sola referencia a los objetivos a los que la UE se
comprometió en el tratado de París de 2015, mientras se fomenta la
importación de arenas bituminosas o gas de fracking de Canadá?
Cuando en el instrumento interpretativo del CETA se menciona el
“derecho a regular” de los gobiernos, solo se dice una media verdad. La
cara oculta de esta afirmación es el “derecho” de los inversores
extranjeros a hacer uso del Sistema de Tribunales de Inversión (ICS)
para elevar demandas contra dichos gobiernos cuando al regular
interfieran de alguna manera en sus beneficios presentes o futuros. Es
decir, nadie te impide regular, pero tendrás que pagar un alto precio
por ello. Ejemplos los tenemos a cientos en otros tratados de inversión a
lo largo de los últimos 20 años. ¿Es esto progresista?
¿Es progresista que bajo la “cooperación reguladora” establecida en
el CETA, cualquier iniciativa legislativa de una parte (UE) tenga que
ser consultada con la otra parte (Canadá) antes de ser llevada a los
propios parlamentos? ¿Y que las empresas transnacionales tengan el
derecho de “opinar” sobre la idoneidad de cualquier proyecto de
normativa, ley o regulación que pueda “afectar al comercio”?
La campaña NO al TTIP/CETA/TISA tenemos argumentos basados en
numerosos estudios, análisis e investigaciones sobre las tripas del
CETA. No nos inventamos nada, no somos demagogos, no hablamos por
hablar. Y en cuanto a la acusación de proteccionistas…, pues sí, no lo
ocultamos, reconocemos con orgullo que lo somos.
Somos proteccionistas de los derechos laborales conseguidos con tanto
esfuerzo, con tanto sacrificio y a través de tanto tiempo. Queremos
proteger el planeta en el que vivimos, una alimentación sana, nuestros
datos personales, la sanidad y la educación públicas, el derecho al
agua, el derecho a una energía no contaminante y asequible, el derecho a
la democracia y a ser consultados, el derecho a un “trato justo y
equitativo” para todas las personas, y no para que unas élites utilicen
ese concepto de forma fraudulenta en su propio beneficio.
Y, que se sepa, no estamos en contra del comercio. Estamos en contra
de “este comercio” representado por el CETA y sus hermanos gemelos, como
el TTIP, el TISA u otros que la Unión Europea está actualmente
negociando o en vías de negociar. Parafraseando a Ortega: no es eso, no
es eso.
Miembro de la campaña NO al TTIP/CETA/TISA
Alberto Martinez forma parte de ATTAC Acordem y es de Camp de Túria
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