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IU y su momento por Beatriz Gimeno

Estos días he leído muchos artículos de personas próximas a Izquierda Unida que hacían autocrítica, razonada y valiente, de la razón por la que Podemos parece haber contactado (en cuatro meses) con una base social que IU lleva años buscando o que incluso ha perdido. También he leído muchas opiniones de líderes de IU hablando de la necesaria convergencia con Podemos dado que el programa parece indistinguible. Ambos partidos hemos tenido cuidado con no atacarnos durante la campaña y yo misma, que hice campaña por Podemos, recibí mensajes de compañeros y amigas de IU deseándome suerte y dando por hecho que en el futuro tendremos que entendernos. Y yo también lo creo.
He leído con mucha atención las autocríticas de mucha gente de IU pero reconozco que no he encontrado lo que buscaba, una autocritica radical de algunas cuestiones que nunca se nombran en público pero que mucha gente de IU comenta off the record y que muchos de los que hemos estado muy cercanos a esa coalición, conocemos de sobra. Voté al PCE desde que cumplí 18 años y después a IU hasta que, en los último años comencé a tener algunos problemas con este voto; y no por culpa del programa precisamente. Me ilusioné con Equo cuando este partido apareció y me desilusioné enseguida; simplemente no es mi opción ideológica. Después viví el 15M con la misma intensidad que tanta gente y eso me distanció un poco más de IU, aunque la hubiera vuelto a votar seguramente de no haber aparecido Podemos.
No sé si mi cercanía de tantos años a IU me da derecho a que mi crítica se entienda desde el lado amigo, desde el deseo de que sea posible un frente de Izquierdas que sume los votos de ambas formaciones y muchos otros que aún se refugian en la abstención. Yo también creo que es el momento de trabajar juntos para conseguir una mayoría social que derrote a la Troika y sea capaz de iniciar un proceso constituyente. Eso pasa necesariamente por contar con Izquierda Unida. Y aunque es cierto que IU ha triplicado sus votos, es evidente que no ha cumplido sus expectativas, que no crece lo suficiente en un contexto como el actual, y que hay cierta desilusión entre su militancia. Además, estoy convencida de que si las encuestas preelectorales hubieran pronosticado el resultado de Podemos, IU hubiera sufrido una sangría de votos. Muchos votos de IU eran voto útil de la izquierda, votantes que eligieron a esta formación por pensar que el voto de Podemos no pasaría de testimonial.
Todas las críticas constructivas que se le hacen a IU, desde la de Isaac Rosa, a la de algunas que se hacen desde dentro de la formación, pasando por la del inefable Don Ricardo coinciden en que IU no ha sabido renovar su imagen, democratizarse internamente, desburocratizarse, contactar con los movimientos sociales sin tratar de dirigirlos…Creo que todo esto es cierto. Desde mi punto de vista de ex votante, pero aun simpatizante, Izquierda Unida ha ido ocupando una posición en la que, en determinadas cuestiones, se parece demasiado a otros partidos: dice una cosa y –en algunos temas- hace otra. No se puede tener el programa que tiene IU, no se puede pretender ser el aliado de Syriza en España y después gobernar en Andalucía como si nada. Un gobierno que, con todos los matices que se quieran, co-gestiona los recortes y, por tanto, colabora con ellos. Eso sin contar con que el gobierno PSOE-IU parece (como ocurre siempre) dar más votos al PSOE que a la propia IU. No es momento ya, en todo caso, gestionar la austeridad, sino de oponerse radicalmente a ella, de romper con este estado de cosas. Recordemos que si Syriza está donde está, a punto de gobernar, es porque se ha negado a pactar con nadie que tenga un mínimo de contacto con las políticas neoliberales. Todo partido político aspira a gobernar, claro, pero ha llegado un momento, ahora, en que hay que decidir si se quiere dirigir la ruptura o seguir colaborando, aunque sea desde la crítica. Este no es un momento cualquiera, este es un momento de emergencia social. Dicho esto, es cierto que esta es una crítica que sí se les hace públicamente muy a menudo.
Lo poca gente dice públicamente (desde campo amigo, me refiero) es que IU no sólo tiene que democratizarse porque la democracia es una exigencia ética y política, sino porque tiene que hacer una limpia. Mientras que sus militantes y votantes son en gran medida los mismos que ahora hemos votado a Podemos, hay espacios en los que la organización (lo que antes llamábamos “el aparato”) está podrida por dentro, como me reconocen en privado muchos de los militantes y cargos de la propia formación. Decir, como se dice siempre que se aborda este tema, que los trapos sucios se lavan en casa ya no vale, porque lo cierto es que estos trapos no se han lavado nunca. Ni siquiera ahora, escribiendo este post me atrevo a dar nombres asociados a sospechas (o certezas) de corrupción (hasta ese punto me autocensuro). Sé que ocurre en otras federaciones pero ocurre desde luego, y muy llamativamente en Madrid, donde junto a concejales magníficos por los que las y los madrileños de izquierdas sí nos sentimos representados, o diputados/as que hacen un buen trabajo, nos encontramos con algunos personajes que debería estar fuera de la política hace mucho tiempo pero que siguen ahí, enquistados, amparados en no se sabe qué poderes que les vienen librando incluso de la crítica pública. (Y en Madrid Izquierda Unida ha caído al quinto lugar).
Cualquier partido que toque poder tiene, tarde o temprano, que hacer frente a casos de corrupción o de falta de ética. El problema es cuando ese partido se ve preso de sus equilibrios de poder y no deja un solo resquicio a su militancia para que limpie, mientras impone como ocurre a veces en IU, la ley del silencio. Por su parte, la organización ha preferido siempre aplicar el método de dejar que las cosas se pudran, esperando quizá que así desaparezcan. Creo que si Izquierda Unida quiere ser lo que hace falta que sea, no sólo tiene que cambiar o renovar su métodos, sino que, en mi opinión (y estoy segura que en la de muchos militantes) tiene que limpiar algunas podredumbres que, como cualquier otro partido, ha ido acumulando. Si se empeña en no hacerlo y en seguir haciendo como que no pasa nada, si se empeña en seguir manteniendo sus equilibrios internos a toda costa, muchos seguirán identificándola con “la casta”, aunque sea injustamente. Hay en Izquierda Unida algunos comportamientos minoritarios que merecen una reflexión y una toma urgente de decisiones. La lealtad es imprescindible, pero no debe convertirse en aceptación callada de lo inaceptable.
A lo largo de la campaña electoral he coincido con algunas personas de IU y especialmente di una charla con una persona que iba muy arriba en la lista electoral. Cuando le estuve contando mis impresiones personales acerca de algunos comportamientos poco éticos de personas relacionadas con la federación de Madrid me dijo: “Lo de Madrid hay que arreglarlo, meterle mano, pero no sabemos cómo”. Esta frase, casi idéntica, lleva años escuchándola. Pues yo creo que ocultándolo debajo de la alfombra no va a solucionarse. Esta es una crítica leal y que espera que haya llegado el momento, por fin, de meterle mano a Madrid y a lo que haga falta. No es el programa, ni son los votantes, simpatizantes o militantes; es el método.
* Beatriz Gimeno es de sobra conocida entre nuestros lectore por ser de las primeras colaboradoras permitiendo la publicación de su opinión en Crónica Digital Comarcal
* Beatriz Gimeno fue presidenta de la Asociación de Gays, Lesbianas y Transsexuales

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