¡No!, la respuesta no es la obvia.
Las fronteras sirven para separar a los pobres de los ricos.
Los ricos no tienen fronteras, puedes ser ruso, pero si traes tu dinero inmediatamente te conceden la residencia. Eres francés y tienes dinero, te puedes hacer ruso.
Pero si eres pobre, en tu país reina la miseria, aniquilan a la población, roban a tus hijos para convertirlos en soldados o roban a tus hijas para hacerlas esclavas sexuales o convertirlas a otra religión; entonces para ellos son las vallas con concertinas, para ellos son las pateras de la muerte.
¿No son precisamente los países ricos los que mantienen paraísos fiscales?. En los que se acepta todo el dinero, proceda de donde proceda: de desfalcos, del dinero “B” de los políticos, de el narcotráfico, de la venta de armas,…
¡Sí!, esos ricos que se han beneficiado de la burbuja inmobiliaria, de la especulación financiera, los que hinchan los precios vendiendo pisos de 100.000 euros a 300.000 euros, los que incrementan los recibos de luz, gas o agua para mantener el sueldo de sus ejecutivos y asesores. En fin, los que han provocado esta crisis multinacional.
Los 6 millones de parados, los indigentes, los pensionistas, los que han perdido su tarjeta sanitaria, esos no han causado ninguna crisis. Pero desde Europa han ordenado recortar el gasto, recortar salarios, incrementar impuestos,…
Pero, ¿quién gobierna Europa?. No es Alemania en concreto, como nos quieren hacernos creer; es una ideología política predomínate en los países que constituyen Europa. Los mismos que nos quieren salvar, los mismos que dicen asegurar el futuro, los mismos que rescatan bancos depredadores, los mismos que ayudan a las grandes empresas a seguir teniendo beneficios.
No quiero fronteras, porque las fronteras no existen, no existen para la enfermedades, no existen para las especies animales ni vegetales, no existen para las catástrofes climáticas.
Los nacionalismos sólo sirven para no compartir riquezas, para que los pobres sean más pobres, para no compartir beneficios.
Recordar que las guerras siempre han sido para apropiarse de las riquezas de otros. Riquezas que no llegaron nunca a los soldados de a pié, tan solo a los gobernantes, los que nos enseñaron a apasionarnos con unos trapos de colores o con un escudo que representa a una empresa, a su empresa.
No quiero fronteras, los únicos colores que me interesan son el verde de los árboles, el azul del agua y todas las demás tonalidades de los habitantes de este planeta.
Las fronteras sirven para separar a los pobres de los ricos.
Los ricos no tienen fronteras, puedes ser ruso, pero si traes tu dinero inmediatamente te conceden la residencia. Eres francés y tienes dinero, te puedes hacer ruso.
Pero si eres pobre, en tu país reina la miseria, aniquilan a la población, roban a tus hijos para convertirlos en soldados o roban a tus hijas para hacerlas esclavas sexuales o convertirlas a otra religión; entonces para ellos son las vallas con concertinas, para ellos son las pateras de la muerte.
¿No son precisamente los países ricos los que mantienen paraísos fiscales?. En los que se acepta todo el dinero, proceda de donde proceda: de desfalcos, del dinero “B” de los políticos, de el narcotráfico, de la venta de armas,…
¡Sí!, esos ricos que se han beneficiado de la burbuja inmobiliaria, de la especulación financiera, los que hinchan los precios vendiendo pisos de 100.000 euros a 300.000 euros, los que incrementan los recibos de luz, gas o agua para mantener el sueldo de sus ejecutivos y asesores. En fin, los que han provocado esta crisis multinacional.
Los 6 millones de parados, los indigentes, los pensionistas, los que han perdido su tarjeta sanitaria, esos no han causado ninguna crisis. Pero desde Europa han ordenado recortar el gasto, recortar salarios, incrementar impuestos,…
Pero, ¿quién gobierna Europa?. No es Alemania en concreto, como nos quieren hacernos creer; es una ideología política predomínate en los países que constituyen Europa. Los mismos que nos quieren salvar, los mismos que dicen asegurar el futuro, los mismos que rescatan bancos depredadores, los mismos que ayudan a las grandes empresas a seguir teniendo beneficios.
No quiero fronteras, porque las fronteras no existen, no existen para la enfermedades, no existen para las especies animales ni vegetales, no existen para las catástrofes climáticas.
Los nacionalismos sólo sirven para no compartir riquezas, para que los pobres sean más pobres, para no compartir beneficios.
Recordar que las guerras siempre han sido para apropiarse de las riquezas de otros. Riquezas que no llegaron nunca a los soldados de a pié, tan solo a los gobernantes, los que nos enseñaron a apasionarnos con unos trapos de colores o con un escudo que representa a una empresa, a su empresa.
No quiero fronteras, los únicos colores que me interesan son el verde de los árboles, el azul del agua y todas las demás tonalidades de los habitantes de este planeta.
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Vicente Gascón García
Psicólogo - Sexólogo
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* Crónica agradece al autor que comparta sus artículos de opinión con nuestros lectores.
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