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El verdadero voto útil. Ya a la vista las mentiras de Shultz y Juncker por Beatriz Gimeno

¿Alguien se acuerda de las invocaciones que nos hacían algunos grandes partidos durante la campaña electoral europea para que votáramos pensando en Europa? Menos mal que no les hicimos caso. O sí. Nuestro voto, como el de tantos europeos, fue un voto de rabia y de hartazgo; fue en clave local pero sin dejar de pensar en global. Fue un voto de protesta frente a esta Europa de las élites contra la gente; de los chanchullos de la estas mismas élites frente a la política. Votamos lo que votamos porque no queremos esta España ni esta Europa, queremos otra y eso pasa, necesariamente por echar a los que nos gobiernan aquí y allí, y más temprano que tarde. Y menos mal que no votamos pensando en el gobierno de Europa, sino que votamos únicamente pensando en echarles porque si nos hubiéramos dejado engañar una vez más, ahora nos sentiríamos, otra vez, profundamente frustrados.
¿Recuerdan cuando nos decían que en esta ocasión, por primera vez, elegiríamos al Presidente de la Comisión Europea y que por eso estas eran unas elecciones mucho más democráticas que otras veces? Mentira.  Inmediatamente después de las elecciones, y aunque el voto de protesta ha sido mayor que nunca, las élites político-económicas, impertérritas y sin necesidad de dar muchas explicaciones se han puesto a la tarea de designar a un presidente o presidenta de la Comisión que puede tener o que ver o no con el resultado de las elecciones. Claro que es legal y que está escrito en el tratado de la UE que el nombramiento del presidente de la Comisión no es automático ni tiene porqué estar vinculado al resultado electoral; lo cual es de por sí sorprendente. Pero bien que se molestaron durante la campaña en no hacer mención a este “pequeño” detalle y, al contrario, en decirnos que esta vez todo era diferente.  Y ahora nos encontramos con que una vez pasado el trámite electoral los líderes europeos se reúnen, discuten, pastelean, intercambian cromos y terminarán eligiendo a una persona que les guste a ellos y a ellas y que no tiene por qué tener nada que ver con lo que los europeos hemos votado. Tampoco importa nada si es conservadora o socialdemócrata porque son lo mismo, cosa que los votantes ya sabemos, por otra parte.

¿Recuerdan cuando se nos decía que había que elegir entre Juncker, el candidato de la derecha y los recortes, y Schulz, el de la izquierda y la crítica a los recortes y este vino a dar un mitin para jurar y perjurar que no habría pacto entre derecha e izquierda porque eran muy diferentes? Mentira. ¿Recuerdan unos debates electorales protagonizados por unos supuestos candidatos a presidir la Comisión en los que se presentaban presuntos programas electorales para gobiernos que harían políticas supuestamente diferentes? Mentira. Porque ahora habrá pacto, como lo hubo antes y porque los grupos socialista y popular de la eurocámara sólo están ahí para repartirse el poder. De hecho, para los líderes europeos el hecho de que el futuro presidente o presidenta de la Comisión sea conservador o nominalmente socialista no es un detalle que les importe lo más mínimo, y entre los nombres que se barajan se encuentran el de la socialdemócrata noruega, por ejemplo. Pertenecer al grupo conservador o socialdemócrata en Europa queda claro que es sólo una cuestión nominal, para los que gobiernan de verdad ambos son intercambiables, como por otra parte hemos comprobado en estos años.

¿Recuerdan cuando Elena Valenciano dijo que, visto lo visto, los socialistas no volverían a votar por Barroso? Mentira.  En su día los socialistas (incluidos los españoles) votaron por el hooligan neoliberal Barroso que incluyó al hooligan neoliberal Almunia en su gobierno y ambos se pusieron aplicadamente al servicio de sus jefes: las grandes corporaciones y los poderes financieros. Me gustaría preguntarle ahora a Elena Valenciano si en esta ocasión los socialistas españoles se van a oponer a todo este tejemaneje antidemocrático y se van a negar a votar al candidato conservador que finalmente proponga Angela Merkel. ¿Verdad que no? Todo mentira.

¿Cómo se siente ahora toda la gente de izquierdas que ha votado al PSOE pensando que votaba contra los recortes y la política neoliberal y que se encuentra con que ambos grupos han pactado repartirse el poder de esta Europa que cada vez más gente rechaza? Los que no hemos votado ni socialistas ni populares sentimos que nuestro voto ha sido el voto verdaderamente útil. Hemos hecho no sólo bien, sino muy bien, votando contra todos estos. La única manera de cambiar Europa es llenando el Parlamento de diputados y diputadas que se nieguen a estos manejos, que combatan de verdad las políticas de austeridad y que se enfrenten al neoliberalismo. Lo que vamos sabiendo del Tratado de Libre Comercio con EE.UU y la sumisión de la socialdemocracia a su firma es un golpe más en su ya socavada credibilidad.


Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
* Beatriz Gimeno es de sobra conocida entre nuestros lectores por ser de las primeras colaboradoras que permitieron la publicación de su opinión en Crónica Digital Comarcal
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