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Ezanga (solidaridad) por Beatriz Gimeno

Dijo Marx que son las condiciones materiales las que determinan la conciencia, y no al revés. Y esta es una de las cosas más importantes de las muchas cosas importantes que dijo. He pensado en eso en estos dos días pasados leyendo las cosas que se han dicho sobre Miguel y Juliana, las dos personas retornadas a España para ser tratados de ébola. Me parece evidente que en una época de recortes brutales en servicios básicos y en derechos las conciencias se adecúan y se van acostumbrando a la situación. Según va pasando el tiempo el mayor peligro es que la mayoría de la gente termine por acostumbrarse a lo que hay y por ver normal lo que debería verse y vivirse como insoportable.
La repatriación de Miguel y Juliana no hubiera sido discutida por nadie hace unos años. Todos y todas teníamos derecho la asistencia sanitaria que necesitáramos. Esos dos españoles hacen en África una labor que deberían hacer los estados de todo el mundo. Esas personas enferman, necesitan tratamiento, pues se les trae. El hecho de que haya gente incluso de izquierdas que sostenga que es muy caro demuestra que el poder tiene esa capacidad de modelar nuestra conciencia. Lo mismo sirve para quienes dicen que se pase la factura a la congregación religiosa o a los mismos trasladados. Nadie tiene que pagar por su salud y mucho menos si estás trabajando por la salud de otros/as. Sólo faltaba. Si son curas y monjas como si son bomberos. La salud no es una mercancía, es un derecho. Deberíamos tratar de grabarnos eso a fuego. Si nos ponemos a discutir si es caro o barato, entonces ellos ya han ganado.
Así que sí, es normal que les hayan traído, pero hay otras cosas que no son normales. No es normal la operación propagandística montada alrededor. Todas las medidas de seguridad son necesarias, por supuesto, pero no es una emergencia nacional como nos lo han querido presentar –medios de comunicación mediante- para dar una imagen de eficacia y de buena gestión completamente impostada y falsa. Lo cierto es que han traído a dos personas a un hospital previamente desmantelado y que los madrileños/as ya no podremos usar si nos infectamos de cualquier enfermedad contagiosa; lo cierto es que había en ese hospital un equipo especialista en epidemias y en ébola y que ya no lo hay, por lo que ha tenido que ser repuesto en 5 minutos. Pero los españoles viajamos por todo el mundo y podemos infectarnos de enfermedades tan terribles como el ébola y traerlas a casa y, en ese caso, nadie nos va a vaciar una planta de hospital para que lo grabe la televisión. No les quepa duda.
Ya hemos tenido ocasión de ver que las infecciones y las personas con infecciones le importan al PP exactamente nada. El PP que trae a dos religiosos españoles de Sierra Leona es el mismo que en Canarias se negó a tratar de tuberculosis a un inmigrante sin papeles, le dejó morir y se despreocupó, además, de todas las personas que hubiera podido infectar; él y los cientos de miles de personas a las que también ha dejado sin tarjeta sanitaria. No hace falta traer las infecciones de África, las infecciones las tenemos aquí (los sanitarios advierten del rebrote de enfermedades infecciones que creíamos erradicadas).
Y es inhumano también entrar en ese hospital en Monrovia, sacar de allí a los dos españoles y abandonar a su suerte a las otras doce personas de la misma congregación que han estado trabajando junto a Miguel y a Juliana, luchando contra la enfermedad y la miseria durante años. Dos de las monjas están enfermas y dejarlas ahí es abandonarlas a una muerte sin cuidados. Comprendo que no es posible traer a toda la población infectada, ni a una parte, pero por simple humanidad y solidaridad no era tan difícil haber traído al menos a las dos enfermas o haber dejado allí a un contingente médico de ayuda. Cualquier cosa antes que aplicar el método Fabra/Cospedal para estas situaciones.
Ayer leí un magnífico artículo de Xabier Aldecoa en La Vanguardia en el que explicaba que los pigmeos de la sierra de Gabón que se toparon con el ébola le pusieron de nombre ezanga. En la cultura de este pueblo pigmeo, los ezanga son vampiros o malos espíritus con forma humana que devoran los órganos de las personas que no comparten sus cosas con los demás. Es un nombre perfecto. El ébola es ezanga y se te come por dentro y la insolidariad es ezanga también y se te come por dentro igualmente. Luchemos contra ambas con la misma fuerza.
Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
* Crónica agradece a la autora su decisión de compartir sus artículos con nuestros lectores


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