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El egocéntrico egoísmo de la izquierda artículo de Gabriel Garcia Sánchez

Es muy posible que el día 25 de mayo, cuando debiéramos estar viendo el cambio radical y profundo esperado, anhelado y deseado, nos encontremos con que la cruda realidad nos habrá impuesto por cuatro años más un gobierno del PP en las comunidades y en la mayoría de los ayuntamientos importantes. Eso sí, en esta ocasión sin la mayoría hegemónica del pasado, pero sí con el apoyo tácito de Ciudadanos que, al final, de forma inteligente y menos ambiciosa, le habría robado la cartera a Podemos que, aspirando a todo, le tocará estar 4 años de dura oposición viendo impasible como la casta sigue haciendo de las suyas para castigo de los de abajo.

La izquierda nunca acaba de aprender, parece que existiera un castigo divino por el que nunca, ni siquiera en las condiciones más adversas, fuera capaz de unirse para defender mejor a aquéllos que, dejados de la mano de dios, ven como los suyos, una vez tras otra, cegados por ambiciones y egos, son incapaces de actuar con altura de miras en defensa del interés de los más desfavorecidos de la sociedad.

Hace años, en las décadas de los 80 y 90, fue el PSOE el que embriagado de poder, fue incapaz de construir con el resto de partidos de izquierda una alternativa que les hubiera llevado a la victoria: España era de izquierdas. Pero no hubo manera, con una actitud prepotente, cualquier intento de los partidos pequeños para lograr la unidad fue abortado desde el socialismo con un: "aquí tenéis la casa común de la izquierda: el PSOE". Coincidiremos en que así no se podía avanzar.

Últimamente, el partido que ha llenado el camino de clavos para construir una alternativa unitaria de izquierdas ha sido Podemos, que en lugar de seguir la estela marcado por Syriza –una coalición de partidos de izquierdas, siglas incluidas-, sin ni siquiera tener una estructura de partido sólida, estable y organizada, ha llegado a la equivocada conclusión de que todo lo anterior no servía; que el PSOE era casta; que IU LV era algo antiguo y rancio que ya no tenía nada que decir; y que EQUO, el ecologismo, era residual. Pensaban que con un fuerte lavado organizativo: los famosos círculos en los que todo el mundo, con independencia de su forma de pensar tenía su sitio sería suficiente: a partir de entonces, por un decreto de la dirección de Madrid, no existiría izquierda ni derecha que pasarían a ser los de la casta y los del pueblo; o los de arriba y los de abajo. Pronto han visto que la derecha, Ciudadanos, les ha ganado por la mano yendo de partido nuevo, pero sin querer inventar nada que no existiera.

Ahora, de cara a las elecciones municipales y autonómicas del próximo día 24 de mayo, ya no se puede hacer demasiado que no sea realizar una campaña limpia con los amigos de la izquierda y dura con la derecha, en la que se busque conseguir mayorías de izquierda en todas las instituciones que sea posible y, al día siguiente, intentar sin egoísmos llevar esta idea a los ayuntamientos y comunidades autónomas.

A partir de este momento, Somos Izquierda, que está siguiendo los acontecimientos con gran preocupación, pensamos que será necesario e imprescindible que se realice una amplia reflexión colectiva para que este desaguisado no se vuelva a producir. Y de forma rápida, porque el posible adelanto de las legislativas que deben realizarse en el entorno del próximo diciembre, podría traer las elecciones a septiembre, y que la izquierda se encuentre otra vez en mantillas con los deberes sin hacer.

Artículo de Gabriel García Sánchez, asociado a Foro Ético, publicado en Publicoscopia

* Crónica agradece poder compartir este artículo con nuestros lectores por medio de Creative Commons

 
 
 
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