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Mala FE, también sobre Grecia por James K. Gralbraith

Los lectores de la prensa financiera pueden ser perdonados si piensan que las negociaciones entre Grecia y Europa tienen en una de las partes a un irresponsable –el nuevo gobierno de Grecia- y otra parte responsable -un frente común de gobiernos e instituciones acreedoras- con un objetivo de altas miras en políticas racionales y en el interés común de Europa.

La visión desde Atenas es diferente. El 11 de junio, asistí a la audición de la comisión del parlamento investigadora de la deuda griega. Phillipe Legrain, antiguo asesor del entonces presidente de la UE José Manuel Barroso, testificó. Legrain es un tecnócrata, un economista, muy reservado. Habló en tono comedido.
El crimen original en los asuntos griegos, dijo Legrain, fue cometido en mayo de 2010, cuando fue evidente que el país era insolvente. En ese momento, el personal del FMI estaba convencido que la deuda griega debía ser reestructurada y que una quita de deuda no era solo necesaria sino también justa, dada que la temeridad de los prestamistas siempre acaba igualando la temeridad de los prestamistas, y que los prestamistas son compensados, en parte, por el riesgo.

No hubo reestructuración. En lugar de eso, un trío de franceses –en el FMI, el Banco Central Europeo y el Elysée, y apoyados por Angela Merkel- decidieron pretender que el problema de Grecia era meramente temporal, que había una mayor crisis financiera de la que protegerse, y que el mayor rescate de la historia debía dirigirse no a salvar a Grecia, sino en aliviar la exposición de la banca francesa y alemana ante todos los estados de Europa, con los contribuyentes alemanas aportando la mayor parte.

¿Por qué el FMI entró en escena, concediendo su mayor préstamos de la historia (32 veces el de Grecia) ante las reservas de su personal y las objeciones de muchos de sus miembros no europeos? Porque el director del fondo en aquel entonces, Dominique Strauss-Kahn, quería convertirse en presidente de Francia.
Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo bajo el mandato de Jean-Claude Trichet compró 27 billones de euros en bonos griegos, subiendo así su precio. ¿Por qué hizo esto Trichet? Para apoyar a los prestamistas originales, una vez más, los bancos franceses en su mayor parte.

De este modo, los poderes europeos fueron capaces de evitar imponer pérdidas a los grandes bancos. Y mediante su acción, Trichet bloqueó al BCE en una negativa a aceptar pérdidas de los bonos griegos mientras estiraba, si no rompía, el mandato legal del BCE.

Como principio básico de las finanzas: no puedes conceder nuevos préstamos a alguien quebrado. Lo que debes hacer, cuando te enfrentas a la insolvencia, es una reestructuración de la deuda. El personal y los miembros de la junta del FMI que entendieron esto al momento fueron revocados. En cambio, los líderes de Europa se aunaron entorno a una enorme mentira: la pretensión de que la deuda griega puede ser mantenida. En 2010, los representantes del FMI, Francia, Alemania y Holanda prometieron (en tal pretensión) que sus bancos mantendrían la deuda griega. En realidad, vendieron todo lo que pudieron.
De vuelta en 2010, el gobierno griego pudo haber reestructurado su propia deuda, bajo la ley griega, pero falló en su intento. Cuando sí hubo reestructuración en 2012, fue en los términos de los acreedores, que fue por lo que los fondos de las pensiones griegas perdieron un 60% de su valor. Y esto, por supuesto, es un motivo de peso por el cual las pensiones griegas están en un terrible problema hoy en día.

En 2010 Grecia tuvo que tragarse un programa de austeridad que era –como Paul Thomson de la ejecutiva del FMI- "dura, difícil y dolorosa". Aunque el programa instaba a un "ajuste fiscal" sin precedentes del 16% del PIB, también predijo que Grecia sufriría una caída del PIB del orden de tan solo el 5%, siendo seguido de una recuperación que comenzaría en 2013. Mientras el ratio entre la deuda y el PIB crecería hasta el 150% en 2013 y disminuiría después. La realidad fue que la caída del PIB griego fue cinco veces mayor y el ratio entre la deuda y el PIB está hoy por encima del 180%. Y no ha habido recuperación de ningún modo.
Más adelante en la audiencia, Legrain fue preguntado sobre su visión sobre los economistas detrás de estas predicciones y los responsables que las expresaron. En este punto, su testimonio vaciló. ¿Fue incompetente? ¿Entró en pánico? ¿Ideología? Los testigos no estaban seguros. Quizás, asertó, algunos de ellos, "en su estupidez", pensaron que iba a funcionar. En cualquier evento, tal y como él testificó, "nadie ha sufrido por sus errores".

No. el Señor Thomson continua insistiendo en hacer caso al FMI –aunque ahora acepta la necesidad de una quita de deuda- y continua demandando el mismo paquete de recortes deflacionarios que en lenguaje oficial se suaviza como "reformas". Entre estas hay severas reducciones de las pensiones más bajas que paga Grecia, que recortaría un tercio de los pagos que son ya de solo 12 euros al día.

Mientras, de acuerdo con una información en el Frankfurter Allgemeine Zeitung del 14 de Junio, la Comisión Europea estaba dispuesta a ceder en el recorte de las pensiones a cambio de recortes en el presupuesto militar griego. ¿Quién torpedeó esto? De acuerdo con la misma fuente fue el FMI. Si esa institución cree que será fácil presionar al gobierno griego matando de hambre a sus pobres ancianos, realmente no han estado prestando atención. O, más probablemente, dada la ahora clara división y desorden entre los acreedores, el FMI ha decidido que no quiere ningún acuerdo- y por tanto más negociaciones serán estériles.
Y como insiste el FMI que Grecia debe cumplir cada una de las condiciones, las cosas son bastante diferentes justo un poco más hacia el norte y el este. Para Ucrania, de acuerdo con una declaración de Lagarde el 12 de Junio, como informó Zero Hedge, el FMI "puede prestar a Ucrania incluso si Ucrania determina que no puede pagar su deuda". Hasta aquí por la sostenibilidad de la deuda –por el principio fundamental de que tú no puedes conceder nuevos préstamos a alguien quebrado.
Los comprensivos lectores americanos se han acostumbrado a ver a Alemania, a los alemanes, su canciller Angela Merkel y su ministro de finanzas Wolfgang Schäuble como los villanos de este drama. Han subestimado el papel medio escondido de los Rasputins de Paris. Y también del Svengali de Frankfurt, Mario Draghi, quien como he escrito redobla las amenazas al sistema bancario griego. Estas son las amenazas que pueden, en los próximos días, dar rienda suelta a la avalancha que Draghi una vez prometió que haría lo que fuera necesario para prevenir.


* James K. Galbraith es profesor de gobierno y relaciones empresariales en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas. Presidente de la Association for Evolutionary Economics, su último libro publicado es "Inequality and Instability" , una soberbia investigación empírica y teórica sobre el capitalismo de nuestros días. Está actualmente terminando de escribir un libro intitulado The End of Normal (El final de la normalidad).

artículo publicado unos dias antes de la rúptura y la convocatoria del referendum
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