El presidente argentino lleva gobernando a base de decretos desde que
llegó al poder pero los liberales que tanto han criticado (muchas veces
con razón) a otros gobiernos cuando hacían eso, callan ahora
(información sobre los decretos de Macri aquí).
Quienes se pasan la vida defendiendo el mercado y las virtudes de la
libre competencia ponen el grito en el cielo si algún gobierno
interviene tratando de aliviar sus fallos. Pero callan cuando otros
gobiernos con los que simpatizan, como el actual de Argentina,
intervienen con mucha más fuerza no para corregir las ineficiencias del
mercado sino para fortalecerlas. Eso acaba de ocurrir en ese país
hermano en un sector tan determinante de las libertades como el
audiovisual. El gobierno acaba de adoptar una batería de medidas
destinadas a favorecer la concentración de medios y a permitir que los
más grandes y poderosos eludan obligaciones ante la audiencias
(información aquí).
Entre otras medidas, el presidente Macri ordenó intervenir durante 180
días la Autoridad Federal de Tecnología de la Información y las
Comunicaciones, máxima autoridad argentina en esa materia.
En este caso argentino, cuando es alguien que se dice liberal quiene
recorta libertades, los liberales callan. ¿Se imaginan la que se hubiera
liado si esas medidas las toman en Venezuela, Bolivia o Ecuador, o
gobiernos progresistas en España?
Me parece que este relativismo tan perverso, que lleva a demonizar
algo solo cuando son otros quienes lo llevan a cabo, dificulta
enormemente la convivencia y el progreso y me pregunto si tiene arreglo.
Intuyo que no es fácil combatirlo pero, en todo caso, creo que será
imposible acabar con él si cada uno de nosotros no empieza por
erradicarlo de sí mismo tratando de ser más coherente y sincero cuando
se juzgan nuestros propios actos y los de los demás.
* Juan Torres es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla
* Crónica agradece al autor poder compartir sus opniones con nuestros lectores
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