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La educación sexual, por Vicente Gascón

 

Los niños disfrutan de una gran curiosidad y de la flexibilidad mental precisa para aprender con facilidad cosas nuevas. No hay que subestimar nunca el grado de comprensión de un niño. La educación sexual puede empezar a una edad muy temprana. La mejor manera de introducir a los niños en la sexualidad consiste en hacerles tomar parte en una relación familiar amorosa y sincera. No reprenderlos porque anden desnudos por casa y enseñarles a cultivar su propio cuerpo. Si los padres se expresan sin inhibiciones ni sentimientos de culpa sobre la desnudez y la sexualidad, su actitud se reflejará en sus hijos.

Los secretos y las historias inventadas para ocultar al niño la verdad sobre la sexualidad le confunden y le inspiran sentimientos de culpa, que le llevan a la neurosis. Descubre pronto la hipocresía y se muestra muy sensible a los sentimientos de culpa de los demás, viéndose afectado por ellos. El niño ha de aprender a considerar el cuerpo como un Templo del Amor, un altar que sólo se comparte con las personas amadas y de confianza, aprendiendo también todas las prácticas básicas del Tantra: la actitud creativa, el examen de sí mismo, el Hatha Yoga, la respiración, el cuidado de los alimentos, la dieta, la higiene, el baño, el Yoga de los Sueños, el masaje, la meditación, la visualización, etc., elementos que pueden ser el fundamento de su educación sexual. El mejor método de enseñanza empieza por darles ejemplo y hacerles participar en estas actividades. Los sentimientos sexuales forman parte integrante del proceso de crecimiento y han de ser explorados en una atmósfera abierta, en lugar de considerarlos una experiencia oculta o inexpresable. Así evitarán los traumas con tanta frecuencia causados por la repentina «revelación sobre la verdad de la vida». Esa «verdad» debe suministrar la base de lo que, para el niño, será un aprendizaje gradual de todo el espectro del amor.

Los niños se familiarizarán con las representaciones del amor sexual y sensual, a fin de desarrollar una actitud positiva y sana hacia las imágenes del amor. Al poseer un sentido innato de la verdad, el mejor método de enseñanza para ellos es el directo y sensible, incorporando la educación sexual a su iniciación en los grandes misterios de la vida. Las expresiones afectivas y sexuales, tanto las que se manifiesten en el seno familiar como las que los niños capten del entorno o de los medios de comunicación (películas, anuncios, canciones), han de tomarse como expresiones naturales y desde una visión positiva. Si bien, habrá que aclarar al niño si algún tipo de estas manifestaciones muestran una visión distorsionada o negativa de lo que debería ser una sana expresión de afecto o contacto sexual.

La vida familiar se impregnará de intimidad. Hay que promover el baño y el masaje mutuos, así como la participación conjunta en el Yoga, la danza, la música, las canciones y demás actividades familiares. «Compartir» supone uno de los factores más importantes para alcanzar una intimidad sana dentro de la familia. Todos tendemos al egoísmo, por lo que importa dejarlo atrás y adquirir una profunda y compasiva conciencia de las necesidades de los demás. Cualquier situación que dé lugar a celos habrá de resolverse enseguida, a través de una participación de la familia en todas las facetas del problema. He ahí la prueba del verdadero amor y la base para una concepción saludable de la sexualidad.

Aunque existen aspectos masculinos y femeninos en todo individuo, la sexualidad proviene del predominio de uno u otro género. Así pues, una buena educación sexual presupone fijarse en las diferencias psicofísicas entre los sexos. Uno de los descubrimientos más repetitivo s de la psicología estriba en la diferencia intrínseca que se observa en las habilidades de los dos sexos. Los chicos levantan torres, mientras que las chicas construyen espacios cerrados. Aunque no podemos saber si por razones genéticas o adquiridas a lo largo del tiempo, los varones se muestran más capaces en el pensamiento espacial, los números y los problemas lógicos, mientras que las hembras aprenden a leer y hablar con antelación, percibiendo mejor las emociones. Por regla general, los niños obtienen mayor éxito al resolver problemas que requieren manipulación, ven mejor durante el día y soportan más el calor que las niñas, quienes, también por regla general, ven mejor durante la noche, soportan grandes extremos de frío y procesan la información con mayor rapidez.

La educación debe ser lugar de desarrollo de las potencialidades humanas, y debe estar libre de los condicionamientos sexistas y de las tradiciones, ideologías y creencias (que están sosteniendo esos valores).

Seguimos sin estar en un sistema coeducativo, lo más que tenemos es una educación mixta basada en el androcentrismo. La escuela sigue siendo una transmisora de los valores masculinos, los “valores” femeninos han sido excluidos del currículum. A lo más que llega es a dar educación a las mujeres como varones.

Hay todo un sexismo que condiciona el desarrollo de los niños: Los juegos infantiles y los juguetes, el lenguaje, el mundo del arte en que las mujeres se ven representadas como vírgenes o santas, o esposas, y ocasionalmente alguna cortesana, en la Historia se explica como transmisión de poder , y la que cuenta el propio poder. Las batallas de los hombres por el poder. Las mujeres no participan.

La sexualidad a menudo se convierte en el modelo de dominación de los individuos. Freud intuye que los niños eran polimorfos. Niño y niña tienen deseos y pulsiones homosexuales, masturbatorias. Es después la propia sociedad la que reprime y canaliza todo ello hacia su sola manifestación dentro del estricto cauce de la heterosexualidad. La sexualidad es mucho más que la mera función biológica de la reproducción, es comunicación, es juego, es una forma de relacionarnos.

Hay que enseñar a ambos sexos con firmeza y generosidad. Con gran frecuencia, un niño trata de «dominar» a uno u otro de sus padres, a fin de monopolizar el ambiente familiar. No obstante, todos ellos respetan la autoridad firme y directa. La disciplina en el hogar reviste gran importancia para todos los aspectos de la educación, incluyendo la educación sexual. Los niños no han de tener acceso a todo de inmediato, al igual que, en el Tantra las enseñanzas misteriosas se reservan para aquellos que han recibido la preparación adecuada. A los padres atañe preparar a sus hijos para el mundo, en lugar de utilizarlos como vehículos para justificarse a sí mismos. Muy a menudo encontramos niños que reflejan las neurosis de sus padres con una inocencia ingenua y, muchas veces, terminan con problemas emocionales profundamente enraizados. La mayoría de estos problemas se originan en la falta de una educación sexual correcta, provocada por el mal ejemplo de los padres o por la falta de comunicación entre la familia.

 

* Vicente Gascón, es psicólogo - sexólogo, dirige Espai Terapeutic. (salud, psicología y sexo)

* Vicente Gascón se ha incorporado, como vecino de l'Eliana, a nuestro espacio de opinión en el que periódicamente publicamos sus interesantes artículos.

*. Crónica agradece al autor su generosidad con esta incorporación para nuestros lectores.

 

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